Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

jueves, 10 de marzo de 2011

EL PSICOANÁLISIS LIBERTARIO: Cortar el lastre del pasado


   Erich Fromm (laletradigital.com)

Todo desarrollo verdadero es un acto de rebelión personal.
Significa liberarnos de los que quieren gobernarnos la vida.
Siempre llega un momento en que el ser uno mismo
es cuestión de liberarse. Este es el meollo de todos los problemas:
si uno no lo  afronta, por haber capitulado, se dejará mangonear
 y manipular para siempre.

(ERICH FROMM – El Arte de Escuchar)


Para el doctor Raúl Páramo Ortega
Para el doctor Alejandro de Jerusalem
Dos psicoanalistas libertarios

1
Algunas especies animales, cuando se ven heridas en una parte de su cuerpo o sus miembros, instintivamente tienden a lamerse, morderse e incluso arrancarse el órgano dañado. Saben interiormente que aquella parte de su corporeidad, pese al dolor insoportable y mortal, debe ser retirada a toda costa. De lo contrario se infectará y podrá matarlos si envenena su sangre al descomponerse. Prefieren seguir viviendo por sobre todo, incluso a pesar de quedar lisiados o discapacitados para siempre. Todos hemos visto algún animalito cojo: un perro o gato, quien logra adaptarse exitosamente pese a la pérdida de una parte de su cuerpo. Los animales son fuertes ante el dolor y la muerte. Su actitud puede enseñar bastante a quienes saben observarlos y convivir con ellos.
Alguna vez tuvimos la oportunidad, tristemente, de contemplar a un fiero mastín, hermoso en todos los sentidos, quien al verse fracturado en su cadera tras ser arrollado por un auto, se echaba quieto y valeroso a esperar la muerte en medio de la carretera, aguardando a ser rematado por otro “animal” automovilista.
Otras especies, principalmente entre los reptiles: saben arrancarse la cola o una pata completa cuando ha sido dañada, y luego crecerla y desarrollarla nuevamente.
Ni qué decir desde el punto de vista emocional. Muchos animales se conduelen de las pérdidas psicológicas, sin dudas. Hemos visto pichones machos o hembras, refugiarse durante días, engrifados en sus nidos, sin moverse, cuando han perdido a su pareja, cazada por algún halcón o gavilán. Es común que las palomas permanezcan toda su vida con la misma pareja y probablemente la pérdida de la misma les afecte.
Los perros son bastante expresivos cuando pierden a su amo o algún amigo canino.
Bastantes especies animales se adaptan a las pérdidas con facilidad, los perros encuentran nuevos amos cuando fueron abandonados por sus crueles y antiguos criadores, y llegan a quererlos igual o más que a los primeros. Aprenden en muchas ocasiones a sobrevivir por su cuenta en la calle o el campo, encontrando su alimento y luchando por la vida. Sin ayuda humana alguna. Del mismo modo que los gatos, quienes a diario brindan sobradas muestras de independencia y adaptación.
Hemos observado por otro lado, a bastantes seres humanos morir de miedo o enfermar, nada más sacudirse un poco el tinglado de sus creencias, rutinas, dineros e inversiones materiales y emocionales.
El ser humano, por sus condiciones neuronales, psicológicas y socioculturales reacciona de manera no siempre “natural” del mismo modo que  logran hacerlo los animales ante el dolor. El dolor emocional se encuentra condicionado por la cultura en la que nacen los sujetos. Está de por medio lo que se valora y sobrevalora en las sociedades, que no siempre es lo mejor para la gente aunque esté dispuesta a morir por ello.
 En algunas culturas, la pérdida de un ser querido o de un amor, implican la muerte psicológica literal de sus “deudores”. Se llora en demasía la ausencia de sus semejantes. Todo en la cultura refuerza dicho dolor y recuerda la perdida irrecuperable.
Ni qué decir de las posesiones materiales, el dinero y las jerarquías de poder y política. En nuestra experiencia laboral en diversas instituciones, observamos a bastantes individuos languidecer y arrastrarse de miedo y sumisión cuando sabían que podrían perder sus puestos de funcionarios junto con la posibilidad de mandar y gobernar por sobre las voluntades ajenas. La pérdida de poder político y material asusta a algunas personas aún más que el perder la propia vida. Por eso venden la suya con facilidad a cambio de favores y posiciones en la empresa y la burocracia.
Luego se lamentan por sentirse enfermos espiritualmente y estériles por dentro. ¿Qué tipo de psicoanálisis podría servir a esta gente para curarla de ninguna otra enfermedad más que de sí misma? ¿Qué tipo de exorcista o reencarnación freudiana, de Buda o Sócrates puede ayudar en estos casos crecientemente numerosos?
El esperar milagros, para muchos pacientes, es lo mismo que esperar la solución imposible y la callada resignación a continuar por siempre iguales.
Dudamos que en el reino animal exista alguna especia capaz de intercambiar su vida por nada.
La gente parece ir cargando un lastre de rencores, amarguras, apegos, pérdidas, duelos, llantos silenciosos y muertes en vida de los cuales no le resulta nada sencillo desprenderse. Según Freud, incluso habrá que preguntarse si siquiera querrían liberarse de su cargamento de defecación emocional.
2
Algunos sujetos, en este caso, humanos, parecemos mucho más ciegos hacia el dolor emocional y físico. Más torpes emocionalmente, como retrasados desde el punto de vista de la inteligencia sentimental. No percibimos, o nos negamos a darnos cuenta cuando algo ha terminado, se ha perdido irremediablemente, se finalizó un proceso o etapa de la vida.
Es curioso como al cuestionarlas o preguntarles al respecto, algunas personas no saben precisar en lo absoluto cuándo se ha finalizado una relación de amistad, amorosa, fraterna o de trabajo. Normalmente siguen permaneciendo cerca de personas cuyo vínculo se rompió hace mucho tiempo, inscritos en instituciones de donde hace mucho debieran haberse salido, incluso huido, por su bien y el de todos. Pero no sabemos perder, no podemos arrancarnos fácilmente el lastre de relaciones y personas que nos hacen daño o a quienes lastimamos por no sabernos distanciar a tiempo.
¿Cuándo es el tiempo preciso para despedirse de alguien o de algo, cómo saber el momento justo en que una relación, proceso o etapa de la vida terminó por sí misma y es menester finiquitarla de la mejor manera y despedirse?
Una gran cantidad de gente ignora cuándo y cómo despedirse. Siguen unidos a relaciones matrimoniales, amorosas y amistosas durante décadas. Sabiendo interiormente, en el Inconsciente, que algo se acabo, pero permaneciendo a pesar de todo superpuestos, apegados, fusionados o anexados a lo que está muerto.
En alguna ocasión contemplamos a una paciente esquizofrénica quien se aferraba a su bebé, el cual llevaba más de una semana muerto. Arrullándolo, tratando de alimentarlo y cantándole nanas, aunque el olor de la descomposición del cuerpecito infectaba todos los rincones de aquel manicomio.
Por lo menos era el cuerpo de su hijito. Pero es una representación de lo que mucha gente atesora aunque ya no sirve, ya no es lo mismo, incluso apesta de tan muerto y podrido. Así se adhieren desesperados a los hijos muertos o ya adultos y casados. A los  propios padres aunque ellos mismos son padres de familia hace mucho tiempo, incluso abuelos. A amistades cuyo lazo se fragmento hace décadas, pero ahí siguen, lastimándose o aburriéndose. En matrimonios cuyos miembros simplemente ya no son ni buenos compañeros y cero amantes. En instituciones cuya dinámica funesta acabará desarrollándoles un cáncer o enviándoles al manicomio a mediano plazo.
IGOR CARUSO (CÍRCULO BRASILEIRO DE PSICOANÁLISIS)
3

En el psicoanálisis es lo mismo. Hemos conocido casos de pacientes que llevaban literalmente décadas asistiendo con el mismo psicoterapeuta o analista sin que la terapia les sirviera para transformar en lo absoluto sus relaciones sociales.
El caso de hombres  y mujeres quienes llevaban años con el mismo analista, pero sin romper en lo más mínimo una relación enfermiza con la progenitora o el padre. ¿Entonces qué hacían en la psicoterapia durante tantas horas, beber té y discutir poesía, intercambiar timbres postales? Y luego volvían a casa, hacían un berrinche a sus treinta años o más y permitían que mamá les lavara los calzones y los mandara a la cama.
Erich Fromm instaba a sus pacientes a rebelarse de sus padres y de las instituciones a toda costa.
Debe llegar, por lo menos alguna vez en la vida de todos en que debamos empacar las maletas, quemar las naves como hizo Hernán Cortés y largarse de muchos lugares porque no hay marcha atrás. Y es el único modo de crecer y ser congruentes.
Un buen psicoanalista es un insurrecto, un rebelde no sólo en la teoría sino en su vida personal. Ha tomado decisiones que lo convierten en consecuente con su teoría y con lo que predica. ¿Qué clase de resultados logrará un psicoterapeuta o psicoanalista quien aún no se ha rebelado de sus propios padres, es manipulado por su pareja e hijos, o vive como parásito institucional de alguna burocracia educativa o de salud? Seguramente este tipo de psicología sólo fomentará más dependencia y proporciona tranquilizadores paliativos. Probablemente hay muchas lágrimas y palmadas en su consulta y en el diván, pero pocos rompimientos necesarios, rupturas y adioses imprescindibles.
En estos casos el psicoanálisis no será más que teórico y quien lo padecerá, para empezar será el propio analista.
Igor Caruso, uno de los grandes psicoanalistas de izquierda así como Erich Fromm, anunciaban que ninguna revolución ni movimiento social serían verdaderamente propositivos, si las personas no se revolucionaban primero a sí mismas. De lo contrario, cualquier tipo de cambio social no sería a corto plazo más que una repetición de la misma dominación, la misma dependencia y decadencia, pero con nuevos y tiránicos protagonistas.

2 comentarios:

  1. Estimado Carlos,
    Creo que no tengo el gusto de conocerte en persona, pero mi Mamá (Suy C) me ha hablado de ti; ella me envió la liga de tu blog.
    Me ha encantado leerte y seguro seré lectora asidua de este espacio.
    Qué maravilla que en diferentes espacios, y a través de diferentes "lentes", surja este llamado a la verdadera libertad a través del acto rebelde, valiente e incluso doloroso. Me parece que hoy, mas que nunca, se necesitan personas enteras y dispuestas a dejar ir lo que ya no funciona, lo que ya está muerto. Vivimos épocas de grandes cambios, y ahora si, el que no se mueve, le tocará bailar "con la más fea".
    Deseo que tus palabras lleguen a muchas personas, empezando por los que trabajamos para apoyar a otros en sus procesos.
    Te dejo un saludo cariñoso,
    Susana V.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por leerme y por los comentarios acerca de mis palabras Susana, tampoco tengo el gusto de conocerte. Me dá gusto que dichas palabras lleguen, aunque sea no a tantos, cuando menos a lectores valiosos como tú, que sepan comprenderlas y valorarlas. Debes ser una buena lectora, también y buena para comprender. Saludos a tu mamá.

    ResponderEliminar