Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

lunes, 11 de abril de 2011

EL DERECHO DE SENTIR PLACER

Wilhelm Reich (mujerentierrafirme.blogspot.com)

 

Nuestra canción es fuego de puro amor
es palomo, palomar, olvido de olvidar.

(VÍCTOR JARA –El Derecho de vivir en Paz)


La potencia orgásmica es la capacidad de abandonarse
al fluir de la energía biológica sin ninguna inhibición,
la capacidad para descargar completamente
toda la excitación sexual contenida, mediante contracciones placenteras
involuntarias del cuerpo.
Ningún individuo neurótico posee potencia orgásmica;
el corolario de ese hecho es que la vasta mayoría de los humanos
sufre una neurosis del carácter.

(WILHELM REICH –La Función del Orgasmo)


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Algunos individuos, hombres y mujeres, han experimentado orgasmos exclusivamente mientras duermen. Sólo durante la noche, en la fase de sueño profundo, cuando todas las defensas psicológicas, inhibiciones sociales y restricciones de carácter se han retirado junto con el vano y dominante Yo diurno. En el momento de surgir del otro Yo, la Esencia, el Alma genuina, como pudiesen decir algunos. El Inconsciente, como pensarían otros. La activación del cerebro primario: el córtex animal, por debajo de las capas racionales del cerebro. Lo que nos une con los niveles cerebrales primitivos de la evolución: células neuronales de lagarto, lobo o perro salvaje. En ningún momento hemos dejado de ser cocodrilos, zorros, leones, osos o dinosaurios, aunque pretendamos olvidar nuestro lado primario, animal y vegetativo.

También es el instante del fluir de los sueños y las imágenes oníricas más creativas e inverosímiles. Algunos analistas como Erich Fromm afirman que muchos neuróticos sólo pueden experimentar fases de creatividad en su vida mientras duermen. Con el sexo y el orgasmo es algo semejante.

Más que ningún otro proceso humano, el sueño y la meditación profunda pueden mostrar cuán efímeros y falsos son el Ego, el carácter y la personalidad socializada de la mayoría de nosotros. Y cómo se oculta, aprisionado, otro Yo en nuestros recovecos más inhóspitos.

Otros sujetos, ni siquiera en sueños han sentido el clímax de la excitación y la descarga energética de su libido. El orgasmo. Acaso su vida interna más íntima ha sucumbido a las fuerzas sociales opresoras, interiorizadas durante su educación inquisidora y su triste existencia. Serían aquellos a quienes el mago ruso  Gurdjieff, consideraba como muertos en vida por haber perdido su esencia. De alguna gente, un tanto neurótica, cuando menos puede afirmarse que tienen su verdadera personalidad, la más sensual, reprimida. De muchos otros, más crónicos, aunque aparentemente adaptados y exitosos en esta sociedad, a lo mucho puede decirse que son simples zombies: un cascaron parlante sin vida interior, con apariencia humana y sustentados en clichés.  Son personas jamás nacidas, nunca despertadas para la verdadera vida. Tal cual describió a la neurosis de carácter el psicoanalista Wilhelm Reich, discípulo de Freud a lo largo de su extensa obra.

A bastantes individuos se les ha muerto el lobo interno, ya no los estimula ningún placer perverso y carnal, como otrora en sus mocedades sucumbieron, o por lo menos fantasearon con culpa. No escuchan para nada el aullido de su propio licántropo. Miran una mujer hermosa en la calle, o encuentran a un hombre atractivo y hacen como si no ocurriera nada. Y es en su interior donde ya no ocurre nada, verdaderamente. Han asumido aquel precepto protestante de acoplarse sexualmente sólo con fines reproductivos. Si es que han logrado tener hijos o experimentar alguna efímera relación sexual por mero compromiso. Pero del placer, menos del orgasmo, absolutamente nada.

Y otros más, los narcisistas, quienes aunque logren una erección e incluso llevarse a la cama a diversos amantes, jamás consiguen la integración completa que del todo se gana con un buen orgasmo, propio (en el caso de la muy recomendable masturbación o el onanismo) y mutuo cuando se tiene en frente a la persona apropiada y se la sabe valorar. No quedando nunca del todo satisfechos y jamás felices.

El placer causa culpa en la mayoría de los neuróticos, en muchos otros ni placer ni culpa ni nada.

Al masturbarse o auto-estimularse, pueden llegar a experimentar algún tipo de placer momentáneo. El cual se pierde de un instante a otro por la activación de los temores, pensamientos que distraen y tortuosas culpas. No hay frustración más grande que estar a punto de eyacular o experimentar el orgasmo, y ser interrumpido o perder la erección.

Para tener una erección de pene o clítoris, más aún, para estimularlos y mantener su excitación hasta el grado de lograr la descarga total, se requiere un importante grado de concentración y conciencia corporal muy especial. No del tipo de concentración requerida para ganar dinero, grillar a los otros o elegir el automóvil deseado, como hacen las grandes mayorías.

Por ello, los grandes yoguis, maestros tantras y meditadores del Oriente, según se cuenta, logran ser también grandes amantes y maestros de la erótica.  Ellos sí poseen un poderoso grado de concentración corporal, vegetativa y conocimiento de sí mismos y de su cuerpo.



Víctor Jara (mjlibertario.blogspot.com)

El orgasmo comienza con un estímulo visual: una silueta, un escote, una mirada; a menudo auditivo: una vocecita sensual, múltiples manifestaciones susurrantes de ayes y quejidos; incluso un estímulo olfativo: un perfume tentador, el aroma del sudor, la piel o los genitales del amante. Es acompañado de palpitaciones y movimientos involuntarios en la fase previa al clímax. Con tiempos, intensidades y diferencias de lapsos muy acentuadas entre hombres y mujeres, los cuales es preciso conocer como a un libro sagrado. Finalizando con la feliz y poderosa descarga de energía y fluidos.

Es un derecho el orgasmo, del mismo modo que la tierra, la comida, el derecho a recibir y dar amor, a ser uno mismo y a vivir en paz. Bastantes psicoanalistas y terapeutas sexuales coinciden en el hecho de que si se experimentaran muchos más orgasmos en el mundo, habría menos violencia, maldad y agresividad humana en esta vida.

No por nada, en la antigüedad, era equiparada la capacidad sexual con la potencia espiritual de un individuo. ¡¡Y en qué mundo asexuado, ambiguo y poco espiritual vivimos actualmente!!


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