¿Qué significa entonces interior o
superior?
Significa algo muy interesante en
cuanto se empieza a verlo.
Significa una incesante lucha
consigo mismo para lograr
lo que es real y así descartar el
lado fingido e inventado.
(MAURICE
NICOLL –Comentarios Psicológicos sobre las Enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
Tomo II)
Los cuentos de hadas brindan
contribuciones psicológicas muy
positivas para el crecimiento interno del niño.
(BRUNO
BETTELHEIM –Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas)
1-
El
Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas
Existe
un significado superficial de los cuentos, las parábolas y los mitos. Es el
sentido que retoman y explotan los medios de comunicación, los políticos y
demagogos para controlar a las masas, los líderes religiosos y las sectas para
mantener hipnotizados a sus feligreses o seguidores. Entonces comprendemos la
cercanía semántica de las palabras “adepto” y “adicto”. El adepto y el adicto
son por completo dependientes de algo externo a ellos, no tienen ningún control
sobre aquello, se encuentran lo más lejanos del poder interior. El adicto depende de sus enervantes y no logra
pensar ni funcionar sin ellos. Más bien es pensado por sus drogas. El adepto es
dependiente de los significados que le brindan los líderes a quienes sigue:
sacerdotes, políticos, comunicadores, artistas, deportistas. También es pensado
por completo por fuerzas desconocidas, ajenas a él.
El
significado superficial es en el que vivimos inmersos y nadamos como peces la
mayoría de los humanos, habitantes comunes y corrientes de la tierra. En la
Escuela Psicológica del Cuarto Camino, a este tipo de significados se les llama
Influencias A. Son las más lejanas de un núcleo de verdadera sabiduría y
comprensión profunda de la vida.
Es
en este nivel de significados que realmente se cree que Moisés partió en dos el
Mar Rojo con la fuerza de su báculo, que Jesús caminó sobre las aguas con sus
plantas desnudas o que efectivamente las habichuelas mágicas crecieron hasta
alcanzar el tamaño del cielo. Sin saber que estas historias no nos describen hechos
concretos, sino procesos psicológicos y
mágicos interiores, accesibles con cierto esfuerzo para el hombre. Que es
posible elevarse hasta el cielo de cierta manera, y hacer germinar las semillas
del espíritu que casi todos poseemos, hasta
alcanzar grandes alturas humanas. Que caminar sobre las aguas y obrar sobre los
mares es actuar sobre funciones muy reales que están dormidas en nosotros
mismos.
El
significado superficial o influencia A es aprovechado por los líderes e
hipnotistas de masas para erigirse como mesías, profetas, héroes, canales de
transmisión de la verdad absoluta, príncipes salvadores, etc. Vendiendo su
droga idiosincrásica como fe, democracia, salvación, educación, información,
etc.
Luego
están los significados a los que llamamos de transición psicológica.
Corresponden a sentidos intermedios, que elaboran los sociólogos, filósofos, psicoanalistas,
teólogos, mercadólogos, semiólogos y especialistas en interpretarlo todo. Estos
significados ya tienen algo de profundidad, pues conllevan un cierto grado de
reflexión, aunque ésta se quede exclusivamente en un nivel teórico, y al final
dejen al significado en su parte externa, del mismo modo que los primeros. A
estos se les llama Influencias B. Poseen algo de conexión con cierta sabiduría,
aunque muy lejana todavía de ella.
El
psicoanálisis se queda en este nivel exterior
cuando teoriza acerca de los mitos, las religiones y la literatura. Por ejemplo
Bruno Bettelheim, a quien respetamos sobre manera por rescatar la importancia
de los cuentos de hadas en el desarrollo emocional del niño, señala que la
historia de la Cenicienta nos habla del conflicto edípico de la hija con su
madre. La hija, tarde o temprano en su desarrollo, deberá confrontarse y
rebelarse del yugo amoroso de su mamá.
Empero,
este aún continúa siendo una interpretación del significado que se queda en el
nivel teórico y exterior del mismo.
Entonces
surge el cuestionamiento: ¿De qué naturaleza consistirá una interpretación
completa del significado de los mitos, las parábolas y los cuentos de hadas
para extraer su verdadera enseñanza? ¿Cómo combinar el razonamiento teórico con
la comprensión emocional para asimilar la naturaleza sabia de los mitos e
historias milenarias?
¿O
es que estamos condenados a vivir con un sentimiento de esterilidad y depresión
interiores, debido a que han muerto los mitos, los cuentos de hadas y los dioses en nuestro imaginario?
Es bien sabido ya que cuando muere en alguien
la capacidad de soñar, creer y mitificar, éste muere también espiritualmente.
Es
cuando nos acercamos a las que en el Cuarto Camino se conoce como influencias
C. Conservar la inocencia del niño para
dejarnos seducir y enamorar por el mito, combinado con la astucia del hombre
adulto o “ladino”, para darle su lugar real a las cosas.
2.
La Evolución Espiritual de la Cenicienta:
La
historia de la Cenicienta nos describe la historia del desarrollo del espíritu
cuando éste anhela evolucionar y despertar. En antiguas tradiciones a este
despertar se le llamaba el “segundo nacimiento” o la “segunda educación”. Había un primer nacimiento y una primera
educación que ayudaba a formar la personalidad humana, plena de habilidades,
conocimientos teóricos, experiencias personales de carácter emocional, etc. En
el ámbito de la personalidad quedan ubicadas las influencias A y B, de las que
hablamos hace un momento, que llegan a ser exteriores e incluso superficiales.
Pero
la búsqueda del camino espiritual tarde o temprano puede llevar al hombre que
ya ha desarrollado su personalidad a entrar en contacto, aunque sea en un
inicio débilmente, con las influencias C, influencias profundas o de la
Humanidad Despierta.
En
la historia de la Cenicienta, la madrastra no es una representación de la madre
humana, sino de la falsa personalidad que rige sobre el alma o la esencia,
dominándola, castrándola y manteniéndola encerrada. En un momento dado, si la
Cenicienta, la esencia o el alma, no logra despertar y librarse de ella, puede
morir literalmente.
Las
hermanastras: Anastasia y Griselda representan los falsos Yo de la
personalidad, que luchan por ocupar el lugar de la esencia.
En
una dramática escena de la historia, donde ellas desgarran el primer vestido de
Cenicienta hasta dejarlo vuelto harapos, se representa de manera muy vívida y
trágica el drama con el que nos tratamos a nosotros mismos, envueltos en
vanidad, resentimiento y odio hacia lo que nos rodea, haciendo caso a los falsos
Yoes. No nos damos cuenta que la principal víctima de nuestras necedades y
bajos sentimientos es nuestra propia alma. Si pudiéramos sentir cómo habita aún
el vestigio de la pobre Cenicienta en nuestro interior, cómo se estremece,
palpitante y dolorida bajo la tiranía de nuestra falsa identidad y nuestras
vanidades, no podríamos evitar correr a abrazarla de inmediato y darle el lugar que le
corresponde. Pero estamos muy lejos de ello, porque para encontrar a nuestra esencia
o Cenicienta, requeriríamos hacer un largo trabajo de conocimiento interior y
de discernimiento para separarla de los falsos Yoes, que como Griselda y
Anastasia, quieren hacerse pasar por ella y arrebatarle su sitio.
Cenicienta
significa, como señala Bettelheim, surgida de las cenizas. Así, el trabajo de
“cernir” o separar a los falsos Yoes y liberar a Cenicienta es arduo, duro y
conlleva muchos años.
En
sus primeros intentos de despertar, el alma humana cuenta, como contó
Cenicienta, con poco tiempo: hasta las doce de la noche. Los primeros
vislumbres del despertar son erráticos, dubitativos, apenas presentidos, su
efecto por consiguiente es breve y cualquier logro puede perderse rápidamente.
En algún momento, el esfuerzo y el trabajo esotérico paciente y férreo,
preparará el terreno para que el Príncipe, el verdadero Yo, descienda de las
alturas y encuentre una parcela fértil y lista, la esencia pulida y liberada,
para casarse con ella y permanecer a su lado para siempre.
Pero
la preparación del terreno puede ser larga, engañosa y sufriente.
En
un momento dado, así como a las mascotas de Cenicienta se les dio la
oportunidad de evolucionar, siendo transformadas de ratones, perros y caballos en cocheros,
lacayos y sirvientes, todo lo que rodea la esencia debe evolucionar con ella,
en una escala correspondiente con su nivel. Es sabido en ciertas tradiciones
que los animales también poseen un alma colectiva, un karma que deben ir
cubriendo y saneando como puedan. Los humanos quienes les cuidamos y convivimos
con ellos les ayudamos en su lenta evolución, al crecer y evolucionar nosotros,
los podemos arrastrar a ellos hacia la luz de manera obligada.