Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

lunes, 8 de abril de 2013

EL ORIGEN DEL AMOR POR LOS ZOMBIS

                                           ESCENA DEL FILME EXIT HUMANITY (CANADÁ, 2011)




Vivir de manera tan completa,
en un estado tal de felicidad –que implica,
desde luego, meditación-
es realmente el problema fundamental que nos concierne.
Y también lo es el descubrir si podemos comprender esta vida
no en fragmentos, sino completamente: si podemos estar completamente involucrados
en la vida, y no comprometidos con alguna parte de ella
-estar implicados en el proceso total de vivir,
sin conflicto alguno, sin desdicha, confusión ni dolor.
Ese es el verdadero problema.
Porque sólo entonces podemos dar origen a un mundo diferente.
Esa es la verdadera revolución, la interna revolución psicológica
de la que emerge una inmediata revolución externa.
Hagamos pues, el viaje juntos.

(JIDDU KRISHNAMURTI –Usted es el Mundo)



No le temo a nada, por lo tanto podré verme a mí mismo…

(Don Juan Matus)


1.    EXIT HUMANITY

Edward Yong es el nombre de un brillante poeta de los tiempos de la Guerra Civil Norteamericana. En vida no conocerá la fama como literato, de hecho no conocerá fama alguna, pero sus escritos, versos, anotaciones  y sobre todo su diario de la Guerra, le harán ser recordado muchas décadas más tarde.

No es poeta académico: jamás fue a la escuela, pero es gran lector y aprendió a leer y escribir por su cuenta. Todos los días, al terminar las labores en la pequeña granja  en Tennessee que heredó de sus padres, en donde  ahora vive con su esposa e hijo de siete años, a quienes adora, se tiende sobre su mecedora bajo un zaguán a disfrutar de su Shakespeare, su Cervantes y su Petrarca. También a realizar anotaciones, versos y dibujos de todo lo que ve cotidianamente.

La Guerra Civil lo sorprenderá de lado de la causa abolicionista y de Abraham Lincoln. No le interesa ninguna ideología ni causa política específica, pero se verá enrolado en una tropa  como soldado raso por meros compromisos familiares, por tal de conservar los derechos de su granja.

A causa de un milagro, precaución extrema y cuidados, o sólo por casualidad, jamás es tocado por ninguna bala a lo largo del conflicto. Las páginas de su diario se llenan con abundantes párrafos, descripciones y dibujos que ilustran todo aquello de lo que es testigo en aquellos años  y que no es poco. No hay día que no añore abandonar un conflicto en el que no cree, para regresar a su granja con su familia.

Pero el horror contemplado durante las batallas no será nada en relación con aquello que irá apareciendo a lo largo del fin de la Guerra Civil, cuando se supone que los confederados sean desarmados y enjuiciados.

Personas comunes y corrientes de ambos bandos, deambulando sin consciencia alguna, produciendo gritos, chillidos y sonidos guturales, con los rostros y los miembros descarnados, la piel pálida como cadáveres ambulantes. No tienen más entendimiento que el de comer carne humana fresca, morder víctimas y convertirlos en criaturas aberrantes similares a ellos, o devorar si es posible, a alguien hasta dejarlo en los huesos.

El diario de Yong registrará como testigo directo cada detalle, dando un giro, de diario de guerra a novela de horror.

Se trata del filme de zombis: Exit Humanity, dirigido por John Geddes y lanzado en 2011. Es curioso que una película tan interesante, entretenida y bien amarrada de un género que por cierto está de moda, no haya sido apenas mencionada en algunos círculos estrechos de especialistas en cine independiente y blogs de fanáticos del cine de horror. Filmada en Canadá con un irrisorio presupuesto, no tuvimos noticia de que apareciera en las salas mexicanas, ni siquiera en la piratería. Debimos haberla descargado de la Red para poder admirarla en inglés, al descubrir en Youtube un tráiler del que no se podía uno despegar, añorando contemplar y saber el resto de la historia cuanto antes.

2.    LAS CAUSAS ETIOLÓGICAS DE LA ZOMBIFICACIÓN

La película plantea algo que es un hecho a medias: que el miedo y la fascinación por los zombis son antiquísimos. Datando de una época en que los rituales de la magia y la brujería eran practicados para apoderarse de la voluntad de otros y con el fin de convertirlos en esclavos mentales. Exit Humanity no es el primer filme en señalar a la brujería y el vudú como el origen del fenómeno de los muertos vivientes. Tendríamos que remontarnos hasta 1988 con la magnífica, The Serpent and the Rainbow, de West Craven, donde un antropólogo viaja hasta Haití en la época de la dictadura con la finalidad de descubrir una presunta sustancia con la que se puede devolver los muertos a la vida. En lugar de un elixir para la vida eterna, el investigador se verá atrapado en un asfixiante laberinto que casi le cuesta la vida y el alma, en donde se mezclarán la política de ultraderecha y la brujería afrocaribeña.

            Con los años, la industria cinematográfica propuso distintas etiologías para el síndrome zombi: virus letales, experimentación con armas biológicas, holocaustos de zombis de diversa índole, invasiones zombis sin ninguna causa lógica, etc. Como 28 Days Later (2002) de Dany Boyle, hasta llegar a la afamada serie televisiva The Walking Dead (2010), basada en el comic de Robert Kirkman. Sin olvidar el clásico de G. A. Romero, La Noche de los Muertos Vivientes, de 1968, con un agudo trasfondo de crítica política y social, que es la mamá de todos los filmes sobre zombis.

                 Sin embargo, el origen del término o del fenómeno zombi se remonta hasta el vudú o la brujería afroantillana, que planteaba dos posibilidades para la zombificación, o la acción de convertir a alguien en zombi: regresarlo a la vida cuando ya había muerto, o convertirlo en zombi estando en vida, apoderándose de su voluntad y transformándolo en un esclavo psicológico al servicio de quien dirigió el conjuro.
          
             Psicológicamente hablando, un zombi es un ser humano quien habiendo poseído todas sus facultades mentales, las pierde de pronto, producto del contagio de una enfermedad, virus, la ingesta de algún veneno desconocido o por la intermediación de un conjuro mágico. Desde el punto de vista neuropsicológico se trataría de la muerte de las funciones de la corteza superior del cerebro, las encargadas de la consciencia, la reflexión, el pensamiento y el lenguaje. Quedando desprovista de la actividad de su corteza cerebral superior, la víctima se verá reducida al funcionamiento exclusivo del cerebro primitivo o del cerebro animal: agresividad, hambre, violencia, ira, etc. Los cuales serían procesos básicos de sobrevivencia, compartidos con el reino animal. Un zombi sería un ser humano bestializado, reducido a reacciones reflejas agresivas y de búsqueda de alimento. Al perder su humanidad, en el zombi reaparecerían funciones arcaicas superadas en la evolución de la especie humana, como el carroñerismo y la antropofagia. Mismas que en los humanos normales eran inhibidas o reprimidas sobre todo por la acción de la corteza frontal del cerebro, en donde se encuentra la personalidad humana y las funciones culturales y sociales.

            En Exit Humanity todo comienza con el inocente conjuro de una aprendiz de hechicera, quien tratando de devolver la vida a su hermana asesinada y violada por unos maleantes, la convertirá en zombi por accidente. La zombificación masiva se esparce por contagio, a partir de mordedura entre unos hombres y otros. Pronto, todo el sur de los Estados Unidos se encuentra casi despoblado, habitado tan sólo por muertos vivientes que deambulan en busca de la poca carne humana fresca no infectada que queda en los sobrevivientes.

            Al regresar a su granja, Edward Yong encontrará a su esposa y su hijo convertidos en zombis. Se verá obligado a matarles, contra todo su amor por ellos, aprendiendo por cierto que los zombis sólo mueren mediante un tiro en la cabeza. Caerá en una profundísima depresión, abandonándose por la perdida de su familia. Pero del mismo modo que durante la Guerra Civil, nada consigue matarle.

            Incinerará a su pequeño y se propondrá llevar sus cenizas hasta unas cataratas. Esta será, según él, su última misión en este mundo.

            Convirtido en un mercenario solitario, cazador de zombis, portando una capucha, en compañía de su caballo Sombra, con un rifle y dos revólveres, emprenderá un largo viaje a través del Sur de los Estados Unidos para cumplir su cometido final.

3.    NUESTRO AMOR POR LOS ZOMBIS

¿Pero que será lo que produce en nosotros tantos sentimientos encontrados hacia los zombis: amor, atracción, fascinación y temor por otro lado? Es claro que a nadie nos gustaría que se hiciera realidad un holocausto zombi, empero, no podemos dejar de mirar las películas del género y pocos nos perdemos los últimos capítulos de The Walking Dead en Fox, ya muy cerca del desenlace.

 Hace unos seis meses, cerca de mi consultorio psicológico, asistí como testigo ocular a un desfile de fanáticos de los zombis. Había muchos contemporáneos míos, desde luego, quienes asistimos al estreno de Exterminio 1 en los noventa y su continuación: 28 Weeks Later, por cierto no tan buena como la versión de Dany Boyle. Pero también había muchos no adultos: niños hasta de seis o siete años en compañía de sus padres, con sus playeras alusivas a la temática en cuestión. Una de las plazas públicas que hay por ahí estaba casi llena, con no pocos fans de los zombis de todas las edades.

¿Acaso será que el holocausto zombi está más cerca de lo que pueden nuestras imaginaciones alcanzar? Quizá el resultado de la cultura de masas y de un capitalismo despiadado es la zombificación por medio de los medios de comunicación, el enrolamiento en el consumismo del que aquellos que se niegan a ser parte, son mirados como raros, como no zombis por los propios zombis, quienes añoran volverlos como ellos. Si seguimos la hipótesis del origen del fenómeno zombi, no por brujería, ni magia, ni por contagio de virus alguno, sino por lavado de cerebros, en instituciones educativas, religiosas y laborales que en realidad son enemigas del ser humano y en el fondo desean  homogeneizar a todo el mundo, e incluso liquidar a quien piensa distinto, pareciera que el holocausto zombi hace mucho que se ha instalado en nuestro mundo.

Tal vez nuestra fascinación por ellos no es más que una proyección de unos seres quienes nacieron y nunca dejaron de ser  zombis, aunque sueñan con ser hombres despiertos, vivos y reales.  

Hace pocos años un paciente me contó   que cada día se sentía más libre, pues había logrado tomar una decisión sustancial en su vida: entre elegir un juego de video último modelo o unos rines de lujo para su Volkswagen. La zombificación está dada y no hay cura.

La psicología del Hombre Despierto de la que Jiddu Krishnamurti y George Gurdjieff son dos grandes pilares, plantearía que en cierto modo la mayoría de nosotros estamos dormidos, es decir, vueltos zombis. Y que la cura o la clave para sanar y despertar de la muerte en vida se encuentra dentro de nosotros.

En un momento dado, tras arrojar las cenizas de su pequeño a una catarata, como misión final, Edward Yong encontrará a otros dos jóvenes sobrevivientes: Isaac y su hermana Sahra, quien ha sido mordida en varias ocasiones pero nunca se convirtió en muerto viviente. Gracias a ellos Yong recobrará las esperanzas. De hecho, Exit Humanity es un filme que es un homenaje a un poeta de la Guerra Civil que sí existió y quien también enfrentó un holocausto, más no del tipo zombi sino de otra índole.

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