Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

miércoles, 18 de mayo de 2011

LAS PIEDRAS DE LA FERTILIDAD

LAS PIEDROTAS DE TAPALPA, JALISCO




El hombre que tiene menos necesidades es el más evolucionado.
Y el que ha recorrido el mundo en avión o en auto, es, sin duda, menos sabio
que el que lo ha hecho a pie.

LOUIS CHARPENTIER –Los Gigantes y su Origen.




Dedicado a la bióloga y docente Laura López Méndez. Ejemplo científico mío.
Para mis amigos Jorge Valadez, Emilio López Méndez y Gerardo Martínez Borrayo,
con quienes he recorrido la Sierra de Tapalpa.

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Nuestra maestra de biología nos decía que se trataba de un simple accidente geológico, un incidente casual de los suelos.
Alguna inundación o un terremoto las habría desenterrado de las montañas  y dispersado de aquella forma “aeróbica”, cuasi “artística” en todo el sentido de la palabra, a través  del  valle en medio de la Sierra de Tapalpa.
Ninguno de aquellos púberes nos cuestionábamos ni preguntábamos más, esa era y al parecer sigue siendo la hipótesis más aceptada por los científicos y profesores quienes tienen alguna opinión sobre ellas. Por otro lado, todos somos culpables de no haber buscado ningún otro tipo de explicación para su origen, mucho menos para su distribución y orden tan singular.
Andábamos de campamento, teníamos entre once y trece años: éramos estudiantes de primero de secundaria. Yo acababa de cumplir apenas los doce. No me hice más preguntas mucho más allá de la impresión emocional tan fuerte que produjeron en mí las famosas Piedrotas de Tapalpa. Recordándome cuán pequeño era entonces y cuánto aún lo soy en comparación con su intemporalidad, dimensiones y significado universal. Pronto las olvidé, pues el encuentro con una tortuga de río de la cual pretendía apropiarme, a quien mi maestra de biología luego me impidió secuestrar de su entorno para traerla a Guadalajara, en castigo por liquidar a una tarántula, me hicieron lamentarme por siempre sobre la posibilidad perdida de adoptar una nueva mascota.
Años más tarde, retornando a aquel sitio de la infancia ahora en compañía de mi esposa recién en cinta,  la distribución precisamente aeróbica y casi dancística de las Piedrotas, comenzó a intrigarme de un modo distinto. Obligándome a plantearme un sinfín de preguntas psicológicas, evolutivas e incluso mágicas sobre ellas.
Me había iniciado en la psicología de George Gurdjieff algunos años antes del último viaje a Tapalpa. Uno de sus discípulos, Thomas de Hartmann, cuenta que en una ocasión, el mago los llevaba en una prolongada caminata de exploración a través del Cáucaso, cuando encontraron, guiados por los cálculos astronómicos, matemáticos y geológicos de Guirdjieff, la localización de tres dólmenes antiquísimos. Los cuales al parecer jamás habían sido explorados por el hombre moderno.
Los dólmenes consisten precisamente, como indica la etimología de su nombre, en gigantescas “mesas” conformadas por rocas de varias toneladas de peso, las cuales hombres antiquísimos y desconocidos colocaron desde la Noche de los Tiempos por todo el planeta. Semienterradas, orientadas en formas inusuales que en muchas ocasiones contradicen las leyes de la gravedad, debido al juego realizado por los ancestrales constructores entre su peso y sus dimensiones. Pareciendo que se burlaban de su tonelaje, tamaño y precipitación sobre el suelo.
Se ha descubierto que estas estructuras poseían en parte un carácter funeral, pues en Europa y Asia Central, al remover, malamente, aquellas rocas, se han encontrado cantidad de huesos humanos pertenecientes a diversas eras, los cuales fueron agregados en ritos mortuorios por hombres muy antiguos y desconocidos en diferentes tiempos históricos consecutivos.
Es casi nada lo que se sabe de los constructores quienes sembraban rocas gigantes en diversas partes del mundo. En Francia existe una ruta delineada por la distribución de dólmenes y rocas gigantes que comienza desde el Camino de Santiago de Compostela y al parecer culmina en Inglaterra en el sitio conocido como Stone Age. El cual el investigador Louis Charpentier ha demostrado, forma a lo largo de buena parte de Europa, un impresionante espiral que puede ser apreciado a escala una vez marcados en mapas los sitios dolménicos y de rocas gigantes. Se trataba según algunos, de un camino de iniciación recorrido por magos y hombres de conocimiento en aquel continente desde mucho antes de las invasiones romanas y celtas. En Europa algunos de los dólmenes y rocas poseen diminutos gravados que aluden al dios Mercuro o a Isis. Demostrando cómo el intercambio cultural entre Oriente y Occidente es muchísimo muy anterior a las incursiones griegas en Asia y Medio Oriente con Alejandro Magno por ejemplo. Más atrás que los romanos y que el inicio de nuestra era.
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Según una hipótesis mía, las ubicadas en Tapalpa Jalisco son más de un tipo conocido por los especialistas como menhires, palabra proveniente del bretón antiguo. Los menhires son precisamente piedrotas, como las que es posible apreciar (también según hipótesis mías –o alucinaciones, según…) en la Sierra de Tapalpa. Sembradas o semienterradas intencionalmente por gentes del neolítico. Los menhires poseen una doble función: por una parte servían como fuentes de fertilidad. Pues según se cree, al igual que muchos monumentos, construcciones y edificios milenarios como algunas pirámides y catedrales, fueron elaborados y colocados sobre sitios en donde las corrientes telúricas: de agua y electricidad en el subsuelo, son especialmente fuertes y energéticas.
Se especula que las mujeres de la antigüedad se acercaban a estas piedrotas, frotando su sexo y su vientre sobre ellas para absorber la energía irradiada desde la tierra. Consiguiendo beneficiarse de ellas con intenciones de procreación y continuidad de la especie. Es posible, según cuentan algunos investigadores, como Charpentier, que el acercarse a aquellos menhires puede beneficiar las funciones reproductivas y la vida sexual.
Coincidentemente mi esposa saldría en cinta por aquellos días, poco antes o poco después de nuestra incursión en la sierra.  
Los menhires poseían también la función de beneficiar los cultivos antiguos. Sirviendo como especies de antenas que captaban la energía de la atmósfera y la unificaban con la del subsuelo. Atrayendo presuntamente la lluvia o alejando las inundaciones y evitando las sequías.
Al final, la agricultura y la maternidad poseen análogos significados simbólicos y se encuentran bastante relacionadas desde la antiguedad.
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Todo ello puede hablar, según cuentan los investigadores, y según sospecho yo en mis reflexiones científicas y observaciones, del elaborado conocimiento que poseían los hombres del neolítico. A quienes se les ha juzgado bastante pobremente por parte de antropólogos y biólogos evolutivos, a partir exclusivamente de algunas puntas de flecha talladas en roca y otras pocas tumbas desenterradas de aquellas épocas.
Algunos han propuesto que quienes colocaron aquellas piedras enormes por todo el planeta eran una raza de gigantes, pensando en el tamaño y la fuerza que se requirió para transportarlas a veces a lo largo de kilómetros y colocarlos en aquellas posiciones.  Otros, como el doctor Alejandro de Jerusalem, psicoanalista y antropólogo amigo nuestro, quien considera que aquellos hombres no eran más grandes o menos físicamente hablando que nosotros. Sino que contaban con una enorme inteligencia, cultura y ciencia que nos es a nosotros bastante difícil de comprender. Un control de su cuerpo, de sus propias energías vitales y espirituales, las cuales sabían armonizar con las de la naturaleza.
¿Cómo lograron distribuirlas por todo el mundo en sitios tan distantes como América, Corea, el Cáucaso, Medio Oriente, Europa, Africa, etc.?
Aceptar por parte de algunos científicos y tecnócratas, la profunda ciencia y tecnología que presuntamente poseían ya los hombres del cromañón y los homo hábilis, como los hemos bautizado según nuestro corto entendimiento, pondría en tela de juicio y en cuestionamiento la supuesta evolución y grandeza de ciencia y pensamiento que según aquellos especialistas poseemos los hombres actuales.
¿Cómo admitir que no somos tan evolucionados ni tan listos por sobre el resto de la creación ni de nuestros predecesores, incluso mucho menos de lo que creemos? Es parte de la ilusión y del sueño vendido por la modernidad y el capitalismo.
Empero, se ha demostrado que el sistema nervioso del hombre moderno ha detenido su evolución desde la época clásica de los griegos. Que al parecer nuestra inteligencia y capacidades neuronales no han continuado desarrollándose, pero sí la tecnología. Lo cual de ningún modo es lo mismo, pues se puede poseer y manejar la computadora o el auto más modernos, con las capacidades y la personalidad de un niño poco despierto de cuatro años. Aunque sus operarios se sientan por momentos un triunfo en la evolución. (Y en parte sí, pero no del todo)
El mago Gurdjieff creía en el hombre pre-diluviano, anterior al diluvio, quien según él y algunos otros, colocó esas piedras inmensas como testimonio de su conocimiento y ciencia. Louis Charpentier señala que su ciencia no procedía yendo de lo externo a lo interno de los fenómenos. Como sí la nuestra. Sino que operaba directamente sobre la esencia de las cosas, de un modo que nos resulta inimaginable a la mayoría los hombres, quienes actualmente poblamos la tierra y nos guiamos en la mayor parte de los casos por puras apariencias de las cosas, aunque creemos que no es así y que somos bastante profundos en nuestros juicios. Logrando la ciencia de los antiguos, algo muy cercano a una supuesta unión entre magia y ciencia. Cosa inimaginable en la actualidad.
En Europa, durante las invasiones romanas siempre hubo una especie de “resistencia” o de fuerza cultural y vital que se opuso a la romanización primero, luego a la cristianización. Una fuerza bárbara que se resistía a ser dominada y esclavizada por los legionarios romanos, luego por los misioneros católicos, promovida por los druidas y algunos magos celtas. Herederos de aquella sabiduría ancestral proveniente desde la edad de piedra. Según Gurdjieff, aún mucho más lejana y antigua.
En América, aquella fuerza que se resistió a la evangelización por sobre los indígenas, también se hizo presente en la religión, las lenguas, la comida e incluso en la medicina tradicional. Resultando en el mestizaje. Es el fenómeno conocido como nahualismo, liderado por algunos sabios chamanes y brujos indómitos, quienes mantuvieron ocultos sus conocimientos, evitando fuesen borrados por la imposición cristiana y las espadas europeas.
Sus piedras gigantes sobrevivieron a varios cataclismos, congelamientos y diluvios desde hace milenios. Para eso eran precisamente creadas. En el caso de una nueva destrucción global de la humanidad y de sus culturas, que de ningún modo sería la primera, ¿qué quedaría de nuestra civilización, de nuestra técnica y de nuestra filosofía si todo fuese arrasado?

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