El Hombre
o el Microcosmos, la Unidad,
Es
el principio de todos los mundos.
(GÉRARD DE PAPUS –El Tarot
de los Bohemios)
1.
Las dificultades debidas a su situación económica y la
desesperación de los últimos tiempos, le hicieron acudir de nueva cuenta a su
viejo Tarot: un Ryder White medio despintado de tanto uso que guardaba dentro
de una bolsita hecha con un calcetín. Cuando niño lo pidió a su padre como
regalo en un cumpleaños y aprendió a leerlo por su propia cuenta, con una
facilidad sorprendente, tan sólo admirando las imágenes en las cartas. Más
tarde descubrió que desde tiempos antiguos los especialistas las llamaban
arcanos, porque cada una de ellas poseía un secreto, el cual era preciso develar.
Las imágenes de los arcanos lo sedujeron e inquietaron,
pero sobre todo en sus números, encontró desde la edad de diez años, una magia
desquiciante de la que ya no podría desprenderse. Sin quererlo y sin saber, se
encontraba en el umbral de una antiquísima ciencia, practicada por Pitágoras,
Platón, Gérard de Papus, Aleister Crowley, Piotr Ouspensky y muchos otros desde
los albores de los tiempos.
Se las leía a sus tías abuelas, medio brujas, cuando
menos en la apariencia: mujeres hoscas y burlonas, con los ojos brotados por el
hipertiroidismo, la nariz deformada debido a los trastornos del corazón y los
riñones, verrugas y manchas en sus rostros y manos, producto de la senectud.
Eran muy buenas con él a pesar de su aspecto tenebroso:
“Léenos las cartas hijo…” Le pedían cada que una nueva
reunión familiar congregaba a todos los miembros del clan. Sus padres nunca
estuvieron del todo de acuerdo, debido a su catolicismo, que prohibía por
decreto, todo cuanto se pareciera a los juegos de azar, las mancias y la
brujería.
Y él procedía a extraer su calcetín color rojo y blanco de rombitos con líneas
azules que siempre llevaba consigo. Mostrando en su rostro un tono severo que a
veces atacaba de risa a sus familiares y en otras ocasiones también los
asustaba por la precisión de sus predicciones y la habilidad con que podía
exponer el alma de aquellos que se atrevían a solicitarle una consulta de
Tarot.
Con los años y sobre todo con su ingreso a la Facultad de
Economía, el viejo Tarot White quedó almacenado y relegado en el fondo de su
cajón del escritorio. La pasión por los números se había transmutado en toda
una vocación y un carisma que le arrastró a querer dedicar su vida entera a
ellos. Leía, hacía ejercicios de cálculo
y practicaba todos los días en su desgastado libro de Álgebra de A. Baldor, el
cual adoraba con toda su alma. Gracias a su habilidad numérica pudo ingresar
con el primer lugar en el examen de admisión a la escuela de Matemáticas y
Economía.
Mientras aún era estudiante fue llamado por el Banco
Nacional para trabajar como asesor
financiero. Se enfocó en realizar fuertes cálculos matemáticos que pretendían
anticipar crisis económicas o decidir el rumbo de las inversiones a las que se
dedicarían los capitales del país.
En todos esos años nunca tocó el Tarot.
2.
Su amor por los números tan sólo era superado por el amor
que sentía por Heréndira. Se conocieron en la video sala de la biblioteca de la
Universidad mientras asistían a la proyección de una película muda en blanco y negro.
Ella lo miraba de reojo y fingió dejar caer su bolso cuando pasó cerca de él,
para obligarlo a interactuar y derretir su congelamiento.
El joven Psicotarotólogo quedó prendado de ella con una
fuerza análoga e incluso más fuerte que la que le unía a sus números.
Con ella compartía el gusto por el ajedrez, el cine y la
música de los Beatles. Heréndira estudiaba negocios internacionales, pero nunca
se encontró demasiado interesada por las materias de la Universidad. A ella le
gustaba mucho pasar las tardes con él jugando al ajedrez, mirar películas y
escuchar una y otra vez el álbum Rubber
Soul de los Beatles, sobre todo las pistas Nowhere Man e In My Life. Solía decir que entró a la
Facultad tan sólo para encontrarse con él en uno de aquellos eventos
culturales.
Se casaron apenas pocos meses de haber terminado la
facultad. El trabajo con que ya contaba el Psicotarotista les permitía darse
una vida bastante relajada, se dedicaron a viajar, a escuchar música y a ir al
cine durante los primeros años de casados. Sus dos hijas mayores llegaron y
todo parecía estar tranquilo y estable.
Pero las vicisitudes
económicas no tardaron en presentarse. Uno de sus jefes resultó implicado en un
enorme desfalco financiero, el Psicotarotista no fue culpado, pero al ser
juzgado su jefe, se le obligó a presentar declaración ante el juez y de ahí a
una escalada de eventos que le llevaron a quedar desempleado sin justificación.
Hasta entonces había dedicado todas sus fuerzas a
trabajar de una manera honrada y sin adjudicarse un solo peso o dólar que no
fuera de su pertenencia. Aunque las tentaciones económicas estaban a la orden
del día por la naturaleza de su trabajo y las cantidades estratosféricas de
dinero que manejaba, hubiera sido fácil hacer desviar una insignificante parte
de todo el capital que ayudaba a movilizar todos los días. Sin que jamás nadie
se diera cuenta.
Del último embarazo de Heréndira nacieron las dos hijas
pequeñas: dos gemelas bellísimas, con ellas se fueron también los últimos
ahorros. El resto del dinero se había invertido en pagar las mensualidades de
una amplia casa que Heréndira adoraba. El Universo entero parecía conspirar
para encerrarlo en una trampa sin escape. Por una parte se sentía bendecido al
tener a su lado cinco hermosas mujeres, por otra, las posibilidades económicas
y de trabajo se esfumaban a cada palmo.
El Psicotarotólogo pensó que sólo era una crisis
temporal, juraba que a las semanas se estarían peleando por él diversas
empresas e instancias gubernamentales para darle un nuevo trabajo. Su perfil y
su currículo como experto en matemáticas no tardarían en llevarle incluso una
oportunidad laboral mucho mejor.
Los meses transcurrieron y nadie lo llamó para darle
ningún trabajo, tampoco hubo respuesta a las solicitudes que todos los días
enviaba a diversos organismos de la iniciativa privada y pública.
Pensó en emigrar a Australia, tenía un dominio superior
de los idiomas, particularmente del inglés y el italiano. Aprobó los exámenes de conocimientos y fue
admitido para un programa de enseñanza del español, álgebra, cálculo e inglés a
inmigrantes, pero pronto desistió del proyecto. Cuando todo se encontraba
prácticamente listo para su viaje a Sídney, se enteró que no podría llevar a
Heréndira ni a las niñas consigo, pues el programa se restringía tan sólo para
personas solteras o sin familia. La posibilidad de permanecer en un continente
tan lejano más de cuatro años, en un programa sin su esposa e hijas ni siquiera
existía. Prefirió asumir el periodo de crisis económica con valentía con tal de
estar cerca de su familia.
3.
Sin embargo, aquel que conoce la ley
espiritual
no se deja engañar por las apariencias y se
regocija
mientras está “todavía en cautividad”.
Esto quiere decir que persiste en la verdad
y que da gracias por todo aquello que se ha
cumplido,
por todo lo que ya ha recibido.
(FLORENCE
SCOVELL SHINN –El Juego de la Vida y Cómo Jugarlo)
Entonces desempolvó su viejo Tarot de White. Hizo
sus primeras lecturas en años en la terraza del café de una amiga de Heréndira.
Doscientos pesos limpios cayeron en su bolsillo en las dos horas iniciales,
cosa que no sucedía desde hace meses; la cantidad se triplicó en la segunda
hora. Contó poco más de un año desde la última vez que recibiera algún ingreso
a cambio de sus conocimientos. Desde entonces habían vivido estirando los
últimos ahorros de su trabajo en el banco.
La gente comenzó a buscarlo no sin cierta premura, en
poco tiempo tenía todas sus tardes ocupadas en la terraza del café, leyendo el
Tarot a diferentes personas. Y es que
desde niño, el Psicotarotista poseía gran sensibilidad para captar los rincones
más oscuros del alma de sus consultantes, tan sólo al extraer una sola carta. Sus
ingresos no eran muchos, pero sí suficientes para sustentar los múltiples
gastos que representaban la manutención de su mujer y las cuatro niñas, que
crecían cada vez más todos los días.
La dueña del café, al ver el éxito del Psicotarotólogo, decidió
buscar y contratar a dos tarotistas más, aumentó la cuota por el costo de
lectura y transformó su negocio en todo un centro para lectura de mano, cartas
y restos de café.
El Psicotarotólogo se encontró en apuros económicos de
nuevo, al tener que competir con otros lectores de cartas y adivinos de poca
monta, los clientes que llegaron tuvieron que dividirse entre tres o cuatro
expertos. Sus ingresos recién logrados se redujeron hasta una cuarta parte.
Decidió comenzar a leerlo por su propia cuenta
anunciándose por Internet y repartiendo tarjetas por doquier. Renunció
definitivamente al café, era la segunda vez en poco tiempo que se veía obligado
a saltar en el vacío y la incertidumbre económica y psicológica, sin la
seguridad de un sueldo fijo.
4.
Se le ocurrió, como por inspiración
divina, dar el primer golpe importante y certero en su pequeño negocio. Como
tenía bastantes conocimientos de matemáticas y lógica avanzada, decidió
programar una página electrónica para leer el Tarot desde su computadora, en la
comodidad de su casa. Continuó leyendo el Tarot a algunos clientes que lo siguieron
del café en una pequeña oficina adaptada en la biblioteca de su sala. Con las
ganancias logró sobrevivir algunas semanas más.
En un punto de su trabajo, decidió que no se conformaría
con una simple página electrónica, de las que proliferaban en la Internet, la
mayoría de ellas sin un sustento psicológico ni matemático adecuado.
Patrocinadas por estafadores, mercachifles y gente que sólo deseaba engañar e
ilusionar a los demás, enriqueciéndose con su ignorancia.
Debía ir mucho más allá, programando todo un sistema
automatizado que leyera el Tarot, utilizando al mismo tiempo todos los Arcanos
Mayores, todos los Menores, la totalidad de los símbolos y la Numerología
completa del Tarot. Sin la necesidad de una persona que interpretara y emitiera
respuestas al cliente.
Se puso manos a la obra y avanzó muy rápido. Con las
primeras pruebas de inicio, el Sistema pudo realizar lecturas e
interpretaciones por sí mismo a quien quisiera, a tal punto que igualó y casi
sustituyó, según la perspectiva del Psicotarotólogo, al mejor tarotista o experto en las cartas.
Para construirlo
utilizó modelos de Lógica Difusa, Teoría del Caos, Matemáticas Infinitas, Pensamiento
Complejo, Sistemas de Mundos posibles de la filosofía y la lingüística, incluso
retomó y aplico la Psicología Profunda de Carl Gustav Jung y la Teoría de los
Mitos de Joseph Campbell. Se propuso crear un sistema numérico único y preciso
que sustituyera en la computadora o el teléfono móvil del cliente, al mazo de
cartas real y la interacción cara a cara con el tarotista.
Orgulloso por su logro, bautizó a su sistema:
Tarotpsidra, en honor a uno de los geniales conceptos de Joseph Campbell de su
libro: El Héroe de las Mil Caras.
5.
La primera gran tentación. La
cual podría simbolizarse con el arcano XV, El Diablo, símbolo y energía universal perteneciente al Tarot. El
cual representa las pasiones que pueden esclavizar a los hombres.
De más está decir que el sistema tarotístico computarizado
fue todo un éxito. Desde que lo instaló en su página y lo montó en la Internet,
comenzó a atraer clientes y a trabajar para su creador.
Los consultantes
sólo debían oprimir con el cursor de su computadora o con el dedo en la
pantalla de su teléfono móvil, nueve botones que correspondrían a nueve cartas
que Tarotpsidra luego procesaba automáticamente, para elegir de forma aleatoria
nueve arcanos correspondientes. Sustituyendo con un modelo virtual, las leyes
del azar.
Tarotpsidra emitía primero una interpretación
preprogramada de cada carta, la cual siempre resultaba breve, concisa y
contundente. Luego hacía una síntesis de la combinación de los nueve arcanos
elegidos por el consultante, incluyendo consejos y recomendaciones personales,
psicológicas, financieras e incluso espirituales que eran enviadas a su correo
electrónico mediante un mensaje automático privado.
El sistema era simple en apariencia, pero muy efectivo.
Los clientes pagaban con tarjeta de crédito y los ingresos
iban a parar a una cuenta en un país extranjero, perteneciente a un ex profesor
suyo de la Universidad, que alguna vez le había permitido utilizarla para
realizar ejercicios financieros. Cuando el profesor falleció, al
Psicotarotólogo se le ocurrió depositar sus ahorros desde su cuenta nacional
para aprovechar que en aquel país la economía le permitía lograr mayores
ganancias por inversiones, aunque fueran pequeñas. Al parecer en aquel banco no
se habían enterado de la muerte del profesor y creían que éste continuaba
haciendo inversiones y guardando dinero en ella.
En aquella cuenta sus ingresos, que cada vez eran
mayores, podrían rendir mayores frutos, además de que nadie detectaba los
capitales que realmente entraban y salían de sus finanzas. Su finalidad también
era evadir los mayores impuestos posibles.
Cada noche, a la una de la mañana, descargaba una
cantidad moderada de capital de la cuenta en Suiza y la vaciaba en otra cuenta
nacional, a nombre de su esposa. Un monto lo suficientemente discreto como para
no llamar la atención del gobierno, pero bastante como para solventar todas sus
necesidades y algunos lujos de su mujer e hijas. Cada mañana Heréndira retiraba
el dinero que había llegado durante las madrugadas y procedía a dividirlo para
realizar las compras y cubrir los gastos enteros de la casa.
Una noche, desde Suiza, que era donde se encontraba la
cuenta virtual del banco de su profesor, cambiaron el código de acceso para
ingresar o extraer dinero. Era un ejercicio habitual del banco para evitar el jaqueo
y el uso indebido de las cuentas. Parte de sus políticas cotidianas. El
Psicotarotólogo no estaba preparado, todos sus ahorros quedaron herméticamente
encerrados, sin un posible acceso a ellos. La desesperación se apoderó de nueva
cuenta de él.
Si el cliente deseaba recuperar su NIP, era preciso hacer
una llamada telefónica o enviar unos datos muy personales. El psicotarotólogo
no deseaba arriesgarse tanto, intentando
suplantar la identidad de su maestro muerto y exponiéndose a ser descubierto.
Empero, necesitaba su dinero para sostener a su familia. De manera que utilizó
a Tarotpsidra por primera vez para descifrar la clave de acceso a la cuenta
suiza.
Escribió una pregunta en la página de inicio de
Tarotpsidra: “¿Cuál es el número de acceso para la cuenta del profesor…?”
El Sistema procesó la entrada y tardó no más de diez
segundos, emitiendo como respuesta seis números que aparentemente no tenían
nada que ver el uno con el otro.
El Psicotarotólogo los copio e insertó en la página de
acceso a la cuenta suiza. El sistema no tardó en ser vulnerado por Tarotpsidra
y en segundos permitió su entrada a la cuenta del maestro y al dinero, como una
prostituya hermosa y accesible que abría sus tentadores muslos, mostrando su
sexo obsceno y antojable e invitándolo al pecado.
Se dio cuenta que Tarotpsidra podría ser usada, si se
quisiera, para vulnerar cualquier cuenta o código de acceso, bancario o
gubernamental.
Cabe aclarar que antes que el Psicotarotólogo comenzara a
utilizarla y a guardar dinero, la cuenta se encontraba inactiva y sin un solo
euro o dólar en ella. Al morir el profesor, sus familiares habían viajado hasta
Europa para retirar el dinero personalmente, dejándola vacía. De manera que el
Psicotarotólogo se cuidó bastante de no robar a nadie ni tomar un solo peso,
dólar o euro que no fuera suyo.
6.
La idea de la resurrección es que la cantidad
de fuerza
que tendría que haber sido utilizada
erróneamente, y que fue sacrificada
desde nuestra más honda voluntad, reaparece
en una forma superior
-esto es, en otro nivel- y empieza a crear
otra forma de percepción interior,
de comprensión, de sentimiento, de
pensamiento, del mismo modo
que un huevo puede convertirse en una cosa
muy diferente,
en un nivel totalmente diferente.
(MAURICE
NICOLL –Comentarios Psicológicos sobre las Enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky)
El mundo tal como lo conocían el Psicotarotista, su
esposa y sus niñas, estaba a punto de cambiar.
El mundo que los albergó durante esos años se precipitaba
a derrumbarse de nuevo.
Como Tarotpsidra trabajaba para él y se encargaba de
atender a los clientes y cobrar por sí solo, el Psicotarotista se dedicó a leer
todos los libros de su biblioteca, a disfrutar las mañanas y las tardes con
Heréndira y las niñas. Su única responsabilidad era contabilizar las ganancias
que producía el Sistema día con día y movilizar más allá de la media noche
parte de ellas a la cuenta de su esposa para poder retirarlas.
Sobrevino un prolongado tiempo de tranquilidad que la
familia supo aprovechar bastante. Se fueron diez años de holgura y relajación,
sustentados por Tarotpsidra. Las niñas estaban muy contentas, estudiaban en un
colegio privado y usaban ropa bonita, Heréndira tomaba clases de idiomas y de
pintura. El Psicotarotólogo compraba todos los libros de matemáticas, cálculo
avanzado, esoterismo, espiritualidad, teología, psicología, semántica y lógica que deseaba, adquirió un hermoso piano de
madera y procedió a estudiar música. Cada seis meses tomaban vacaciones, comían
y compraban todo lo que deseaban.
Entonces llegó el momento de ingreso a la Universidad de
su hija más grande. Decidieron que lo mejor era que la hija mayor estudiara en
la Universidad Pública, del mismo modo que él y Heréndira lo habían hecho. La
muchacha se preparó bastante, pero la carrera de medicina a donde deseaba ser
admitida exigía un promedio del examen de ingreso bastante elevado. Demasiados
aspirantes de todo el país hacían de la carrera de medicina un objetivo cada
vez más inaccesible al que cada semestre había menos probabilidad de ingresar.
Su nombre no apareció en la lista de nuevos admitidos. La
chica cayó en una profunda depresión y Heréndira desconocía la manera de
consolarla.
El Psicotarotólogo recurrió de nueva cuenta a Taropsidra:
por medio de ella encontró un código de acceso para las bases de datos privadas
de la Universidad, ni si quiera lo pensó más de dos veces. Ingresó al banco de
información exclusivo de la casa de estudios y por orden alfabético modificó
los datos de los recién admitidos. Su hija quedó inscrita de manera automática.
A ellas les dijo que había establecido contacto con un
antiguo cliente del Banco Nacional que tenía bastantes influencias y movió
algunos papeles a favor de ellos. La muchacha y su esposa estuvieron muy contentas.
El futuro de la hija mayor quedaba asegurado.
A Heréndira se le ocurrió comentarlo a una de sus
amistades, cuyo hijo tampoco fue admitido a la carrera de derecho. Le pidieron
el favor al Psicotarotólogo y este no pudo negarse a ayudar a aquellas gentes
que no tenían recursos económicos para costear la carrera en una escuela
privada.
Fue el inicio de todo.
Surgió en él un descontento con los gobiernos y las
empresas trasnacionales por acaparar los recursos, el conocimiento y el dinero
de todo el mundo y generar grandes cantidades de pobres y analfabetas por doquier. Un enojo contra
todo tipo de autoridad, institución, estado o iglesia.
Se dio a la tarea de ingresar a las bases de datos y
cuentas de diversos organismos
nacionales e internacionales: bancos públicos, cuentas de empresas, magnates,
trasnacionales, el Vaticano, petroleras, etc. Extrajo poco a poco grandes
cantidades de capital de sus cuentas y con mucho cuidado las repartió en las
cuentas bancarias de instituciones dedicadas a la beneficencia, la caridad y a
repartir medicina y alimentos en todo el mundo.
7.
Aunque el juego de tomar el papel de San Nicolás y
repartir obsequios para los más pobres le gustó de inicio, no tardó en sufrir
también sus consecuencias.
Transcurrió otro año más sin que aparentemente nadie se
diera cuenta de sus movimientos. Por las noches lo asaltaban terribles
pesadillas en donde hombres vestidos de negro y azul con cascos militares
venían por él y su familia. El miedo fue haciendo mella en su corazón, sobre todo
empezó a preocuparse por la seguridad de Heréndira y las niñas, nadie sabía a
lo que él realmente se dedicaba.
Un buen día decidió cerrar a Tarotpsidra. Canceló los
códigos y la página fue borrada de la Red.
De cualquier manera el Psicotarotólogo era difícil de
localizar, nada estaba a su nombre, utilizaba un servidor virtual que cada diez
minutos cambiaba la localización de su computadora y su identidad, como todo jáquer.
Aún así, corría el grave peligro de que la Policía Cibernética o el FBI lo
localizaran, grandes cantidades de jáquers, defraudadores y estafadores
cibernéticos eran cazados todos los días y consignados.
Canceló todas sus cuentas de correo electrónico, tiró a
la basura su ordenador y cambió su teléfono celular, era preciso tomar todas
las medidas posibles. Para sobrevivir regresó las lecturas de Tarot cara a cara
en su biblioteca. Tenían bastantes ahorros en la cuenta de Heréndira y él había
desarrollado su clientela en vivo en los
últimos años. En ciertos medios era un reconocido consultor de Tarot, no
necesitaba anunciarse ya en ningún lado, pues los clientes acudían a él por sí solos, recomendando su trabajo. Nadie
sospechaba que él había sido el creador de Tarotpsidra ni para qué lo utilizó
durante un año entero.
Para entonces eran demasiados los movimientos ilegales
que había hecho a diversas empresas, gobiernos del primer mundo e instituciones
financieras de países desarrollados.
A los seis meses de haber clausurado a Tarotpsidra y
cancelar todas sus cuentas electrónicas, creyendo que todo estaría ya olvidado,
mientras acompañaba a su mujer a un cajero para retirar dinero e ir de compras
al supermercado, varias patrullas se detuvieron repentinamente a su alrededor
mientras intentaban subir a su camioneta. El Psicotarotista fue detenido, no
sin cierto lujo de violencia, separado de su esposa y llevado en calidad de
detenido.
8.
Apenas se le permitió hacer una llamada a Heréndira y sus
hijas, explicando con breves palabras algo de lo mucho por lo que le
inculpaban. A los tres días fue extraditado a los Estados Unidos, al parecer el
FBI había conseguido rastrearlo hasta su ciudad y encontrarlo a través de la
dirección de la cuenta de Heréndira.
Lo interrogaron durante meses en Washington, en una cárcel
de máxima seguridad para prisioneros políticos y terroristas. El
Psicotarotólogo no tardó en descubrir que la finalidad de su cautiverio y detención no consistía en castigarlo por
los desfalcos y las violaciones a la seguridad cometidas durante meses, tanto
como por obligarlo a rebelarles los secretos de su Sistema. El gobierno
americano deseaba utilizar a Tarotpsidra para violar la seguridad electrónica
de otros países a su vez y para espiar a terroristas y enemigos de sus
intereses.
En un momento dado, cuando el Psicotarotólogo presintió
que si no colaboraba con ellos tomarían represalias contra su familia, les
entregó el control de su Sistema, ya nada le importaba más que su esposa y sus
niñas estuvieran bien.
Lo mantuvieron aislado durante cuatro meses, apenas pudo
hacer un par de llamadas a su familia para hacerles saber que estaba bien.
Después de permanecer incomunicado muchas semanas,
finalmente lo trasladaron a una prisión federal en California, acusado de
fraude, robo y suplantación de identidad. De cualquier manera su sentencia
sería solamente de tres años y medio. Pensaba para consolarse a ratos.
Se miró al espejo del baño de su celda y descubrió que su
cabello había encanecido bastante en los últimos meses. Lo pusieron con los
presos comunes, con el peligro de ser asaltado, violado o asesinado. Su hábil
mente y su inteligencia prácticas pronto se pusieron a trabajar para lograr
sobrevivir en ese medio nuevo y hostil. Debía encontrar también la manera de
generar recursos económicos para mandarlos a Heréndira y sus hijas, su papel
como esposo y padre no terminaba con el confinamiento.
La preocupación por la manutención de su familia siempre
estaba presente, sus hijas seguían estudiando y desarrollándose, de ningún modo
le alcanzarían a Heréndira los ahorros del banco por más que los estirara.
Solicitó acceso a una computadora para trabajar leyendo el Tarot a través de
una cámara virtual y reunir algunos fondos para emplearlos a su familia. El
gobierno no le permitió ni siquiera tener acceso a ningún Tarot, ni a
ordenadores, ni teléfonos móviles. Lo consideraban un sujeto de alto peligro que
podría generar un verdadero caos con cualquiera de esos instrumentos.
Con páginas de papel reciclado procedió a dibujar de
memoria un Tarot White, tal como lo recordaba, pues este era parte de su
cerebro y sus células. En poco tiempo, sin que las autoridades de la prisión se
dieran cuenta, comenzó a leerlo a sus compañeros de cárcel, no tardó en hacerse
famoso dentro de ella y a ser solicitado por los más peligrosos individuos para
una lectura.
Releía todos los días una Biblia, que era el único libro
que le permitían tener en prisión. Para pasar desapercibido y ganarse el
respeto de sus compañeros criminales, recitaba todo el tiempo pasajes de los
Evangelios, de los Salmos y el Cantar de los Cantares, mostrándose ante los
demás como un místico medio loco, con visiones religiosas que podían leer el
Tarot con gran habilidad. De ese modo, trabajosamente, consiguió que nadie se
metiera con él.
Logró con su trabajo reunir algunos recursos económicos nada
despreciables de manera clandestina y los envió por correo a su esposa para
sostener los gastos de la familia. Pronto hizo migas con los mafiosos rusos y
estos le ayudaron a conseguir un teléfono inteligente. Con él trabajó todas las
noches diseñando un nuevo sistema incluso superior a Tarotpsidra, uno de los
capos rusos le ofreció un millón y medio de dólares a cambio del control del
sistema con el fin de efectuar robos y fraudes electrónicos.
A través de sus mismos medios virtuales de siempre, logró
recuperar la vieja cuenta suiza de su profesor, de la que nadie más que él y
Heréndira tenían conocimiento. Cuando los rusos le pagaron lo acordado por el
nuevo sistema, logró transferir sigilosamente toda la ganancia al banco suizo.
Y cada noche, a través de su teléfono inteligente, descargar ciertas cantidades
discretas de capital a una nueva cuenta de su esposa, para continuar con la
manutención de la casa y la escuela de las niñas.
9.
Dos años y medio transcurridos dentro de la cárcel y sin
ver a su familia, y la sentencia fue reducida por buen comportamiento. El
gobierno norteamericano tenía planeas para el Psicotarotólogo. Le ofrecieron
dejarlo salir de inmediato por tal de que colaborara con él en el FBI. Sería
empleado de la institución a la que él había extraído un par de millones de
dólares años atrás.
La oferta era bastante tentadora, sobre todo por el deseo
de ver cuanto antes a su familia. Pidió una noche a los oficiales para poder
pensarlo. Al mismo tiempo tenía otra oferta de un grupo de estafadores rusos y
ucranianos para colaborar con ellos, desarrollándoles nuevos sistemas basados
en numerología y lógica avanzada para vulnerar sistemas de seguridad. Si se
decidía a trabajar con los últimos, recibiría una paga mucho mayor de la que
pudiera darle el gobierno americano, aunque su condena se alargaría a casi diez
años dentro de aquel lugar.
Pasó la noche meditando si por fin se pasaba del lado
bueno y de los ganadores de este mundo, o si permanecía con los marginados y
creadores de caos como hasta ahora había vivido. Lo primero significaba
capitular por completo a lo que había sido durante años.
Las horas se hicieron larguísimas. El mundo tal como lo
conocía estaba a punto de cambiar por completo de nuevo. Cogió su teléfono
celular, desde ahí tuvo acceso a un correo electrónico bajo otro nombre, con el
que se comunicaba con su esposa. Escribió un mensaje corto, bien redactado,
preciso y contundente. Pulsó la opción de enviar y cerró como siempre su
cuenta. Al día siguiente podría leerlo Heréndira. Apagó el teléfono y escuchó
pasos aproximándose a su celda.
Una escolta de tatuados rusos, serbios-croatas, y
prisioneros de origen eslavo lo esperaba en su entrada sonrientes y animados.
Se puso de pie, guardo su teléfono en su bolsillo y se unió a ellos.
“Hoy te vamos a poner tu primer tatuaje, eres ya uno de
los nuestros…”
Escuchó decir a uno de los cabecillas en un inglés
cortado y rudo con acento croata. Siempre le atrajeron los tatuajes, pensó,
aunque nunca se dio tiempo para ponerse uno.
Caminaron juntos y
descendieron una escalera hasta que sus pasos se perdieron en la oscuridad de
la crujía, en la madrugada que aún no finalizaba.