Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

domingo, 21 de octubre de 2012

INICIACIÓN AL TAROT

 
INICIACIÓN AL TAROT:
 
LUGAR:
Centro Psicoterapéutico Cuarto Camino: López Cotilla No. 862. Col. Americana. Guadalajara Jalisco, México.
 
FECHA: Cuatro sesiones de dos horas a partir del Sabado 27 de Octubre de 2012. De 6 a 8 pm.
 
  • Los participantes conocerán el significado de la totalidad de los Arcanos que conforman el Tarot, pasando por la numerología básica con que el mismo se encuentra organizado.

    Así mismo aprenderán y ejercitarán una diversidad de tiradas y lecturas con fines terapéuticos y de diagnóstico de la personalidad humana.

    Será un taller práctico-vivencial, dividido en 4 sesiones, los sábados de 6 a 8 pm. Con un costo de 600 pesos todo el proceso.

    Los interesados deberán adquirir por su cuenta propia un Tarot, preferentemente de Marsella, para poder iniciar con su trabajo.

    Impartido por: Carlos Filiberto Cuéllar: escritor, tarotista y psicoterapeuta.
    Info. 044 331 327 19 55
  • viernes, 19 de octubre de 2012

    Una Psicoterapia Mexicana Perenne


                                                                  LA FILOSOFÍA PERENNE
    No se le puede, ni se le debe exigir a todo el mundo asistir a psicoterapia. Aunque parezca que lo requieran.

                Existe aquel quien jamás se ha sentado en un consultorio terapéutico como paciente, y sin embargo, ejerce sin prejuicios el oficio de ayudar y asesorar a otros. Es respetable y posible, pero también cuestionable. Pensar que lo que hace uno es absoluto e irrefutable, y que no requiere de ningún modo la retroalimentación ni el punto de vista externo de colegas más experimentados, simplemente más objetivos por poseer una mirada externa y distinta a la propia. El ser humano crece a partir del diálogo, y la terapia es un ejemplo de diálogo con fines de auto observación. Para curar, permite asumir puntos de vista distintos y crecientemente amplios, a partir de salirse de uno mismo, superar el egocentrismo y asumir que existe el otro.

                En mis años de estudiante y en los periodos posteriores a la universidad, asistí con muchos y diversos terapeutas, representantes de los más variopintos enfoques: psicoanalistas, humanistas, constructivistas, ecologistas, etc. Cada uno sembró algo positivo y permanente en mí, que seguramente se refleja no sólo en mi persona, en mi vida cotidiana, sino también en mi trabajo como psicoterapeuta.

                Debo acumular, según mis cálculos, un background de cuando menos unos diez psicólogos y psicoterapeutas con quienes asistí en algún momento de mi vida para asesorarme sobre asuntos emocionales, personales o profesionales. De  ningún modo afirmo dogmáticamente, a partir de ello, que todo mundo tenga que asistir a psicoterapia de forma obligada. Pero sí soy defensor de que haya un compromiso de analizarse, revisarse a sí mismo y confrontarse sin piedad con la ayuda de un colega más experimentado: asistir a terapia pues, si se piensa dedicarse a ella y asesorar luego a otros seres humanos.

                Al primero de ellos a quien tengo presente, al pensar en mis principales maestros de la vida y terapeutas, es Víctor Fuentes. No era un psicólogo académico, como la gran mayoría, pero sí un gran psicólogo de la vida. Maestro de artes marciales en su juventud y de yoga. Llegó a la psicoterapia a través de sus lecturas autodidactas de Fritz Perls y de Richard Bandler, formándose como hipnoterapeuta y constelador familiar posteriormente.

                Víctor fue el primero que me permitió romper con la academia. Haciéndome dar cuenta de  cómo los años dentro de una universidad, primero como estudiante, luego como profesor, habían hecho mi vida más rígida y amurallada, lejos de volverme más libre y sabio como siempre anhelé desde el bachillerato, cuando soñaba con volverme escritor y combinar la escritura con la música y la terapia. A varios años de haberlo conocido y haber ido a su consultorio, me parece que con él fue con quien comencé a darme cuenta que el verdadero conocimiento se encontraba en todas partes, incluso en las calles, en el campo, en los mercados ambulantes y los barrios, menos en las universidades y las instituciones educativas. Del mismo modo, que al parecer, Dios, Jesús o Buda, se encontraban en cualquier lado, menos en las iglesias, templos y organizaciones que se autoerigían como dueñas absolutas de sus nombres y  enseñanzas.

                Quien me ayudó a romper con la “coraza académica”, a darle el tiro de gracia definitivo, fue Alejandro de Jerusalem. Antropólogo, yogui y psicoanalista, formado en la escuela de Erich Fromm durante los años sesentas y con Alexander Lowen en los Estados Unidos. Dedicado a combinar el psicoanálisis con la yoga, el Budismo Zen, la meditación y la enseñanza de la música. Nacido en Hebrón, Israel, ciudadano de España, de México y de Oriente Medio.

                Jerusalem fue quien mayormente me animó a tomar la decisión final de renunciar a mi plaza en la Universidad de Guadalajara, si es que en algún momento pretendía evolucionar emocional y espiritualmente, y aprender a vivir por mi cuenta, sobreviviendo con exclusividad de mis conocimientos como terapeuta independiente y escritor psicológico. Lo  encontré en el momento en que el conocimiento académico ya no me daba para más, el momento justo en que necesitaba dar un giro radical a mi vida. Coincidimos en plena calle, mientras él impartía sus clases de dibujo y violín en una plaza pública.

                Una psicoterapia mexicana perenne sería aquella que precisamente contribuyera a quebrantar las corazas, dogmas y creencias fijas que se le forjan a la gente a lo largo de años de pertenecer a una familia, asistir a una determinada escuela, universidad o iglesia. Desde la antigüedad, la finalidad de las filosofías y conocimientos perennes consistía en liberar a las personas de las ataduras familiares y sociales, en “desinstitucionalizar” a aquellos quienes desearan ser iniciados o convertirse en estudiantes de los  grandes sabios, curanderos, guías y chamanes.

                Desde las escuelas filosóficas más antiguas se hablaba de un proceso de purificación, que no consistía más que en la ruptura de los viejos esquemas para comprender el mundo, por parte del aprendiz. Proceso nada sencillo, de cualquier manera.

                He visto grandes y viejos terapeutas asumir humildemente, una y otra vez, a pesar de sus conocimientos y experiencia, el papel de pacientes, animándose a cambiar su visión de la vida, pese a sus años, ganándose mi admiración.

    Con Alejandro de Jerusalem fui primero aprendiz de psicoanalista, luego paciente, y por último, estudiante de violín. Y ahí vamos.

               

     

    miércoles, 10 de octubre de 2012

    CRISTÓBAL JODOROWSKY: SOBREVIVIR LA MUERTE DE UN ÁNGEL

                                                        CRISTÓBAL JODOROWSKY, EN SANTA SANGRE.



    Cada uno es responsable del mundo en que quiere vivir

    y decide cómo vivirlo, con milagro o con pesadilla, lúcido o dormido,

    como un ser de negatividad o como un ser de reluciente magia.

    Claro que la pesadilla es más fácil, puesto que ésta

    nunca nos parece una creación nuestra

    y no nos sentimos responsables.

     

    (CRISTÓBAL JODOROWSKY –El Collar del Tigre)

     

     

    Dedicado con muchísimo amor a mi hermano Rodolfo: tarotista, violinista,

    cantante, compañero de charlas y caminatas,  queridísimo ángel, ya elevado.

     

     
    1.    Sobrevivir la muerte de un ángel

    “El tiempo de paz es cuando los hijos entierran a sus padres. El tiempo de guerra es cuando los padres entierran a los hijos”. Dice Cristóbal Jodorowsky, el hijo de Alejandro y de Valerie, en su libro: El Collar del Tigre. Mismo que se encuentra gratuito y disponible para su descarga en la web.

    Es demasiado triste cuando la gente más vieja se ve obligada a enterrar a sus familiares jóvenes: cuando los hijos y los nietos fallecen a los diez y tantos de edad, a los veinte y poco más. O aún más jóvenes e inexpertos de la vida. Estos son los momentos de guerra, según Jodorowsky hijo.  Desde épocas muy antiguas no es lo esperado, empero, en un mundo antinatural, es lo natural, a veces. Ello indica que algo no está bien, sobre todo a nivel  del árbol genealógico y la estructura familiar. La gente que muere demasiado joven, sin haberse enamorado, o sin haber conocido casi nada, en ocasiones se encuentra poseída por el fantasma de un ancestro, repitiendo inconscientemente la biografía de un pariente lejano, quien también desapareció a temprana edad. Presumiblemente de la misma enfermedad o en un siniestro análogo al de su predecesor. De hecho casi todos nosotros nos encontramos poseídos por nuestros ancestros, dominados por voluntades que en realidad no nos pertenecen. Gastando nuestras energías en vivir la vida de otros. Aunque  soñemos ilusamente que nuestras decisiones son libres y nuestra visión del mundo única e irrebatible. De aquí que técnicas terapéuticas actuales como las Constelaciones Familiares, la Psicomagia, la Psicogenealogía y el Psicochamanismo, vayan dirigidos a la sanación del árbol genealógico.  Según estas perspectivas, a la vez novedosas y milenarias, el hombre sano, el iluminado, es aquel quien ha conseguido liberarse de las voces internas de sus padres y ancestros que lo controlan y que de ningún modo son suyas. Exorcizando a su verdadero Ser Esencial.

    Sin formularlo conscientemente y sin proponérselo, los rituales de la magia y el chamanismo ancestral, en parte iban también dirigidos a la expulsión de demonios, a disolver maleficios y maldiciones familiares. Rescatar al iniciado de la influencia nociva de su familia y su sociedad, poniéndolo en el camino de sí mismo, de ser verdaderamente él. En esto consistía el despertar.

    Si Alejandro Jodorowsky es el creador de la Psicomagia, Cristóbal, como buen hijo suyo, no sólo es un gran psicomago, sino que por su propia cuenta ha acuñado el Psicochamanismo. Es un moderno ciberchamán, un psychochaman, del mismo modo que Alan Moore y Grant Morrison: dos Merlines contemporáneos. Entendiendo a estos últimos, como herederos de toda una tradición muy antigua de curanderos, espiritistas, sanadores, artistas y actores de la sabiduría perenne, pero que hacen uso de la tecnología y otras herramientas de la vida actual: la música electrónica, el cómic, el cine, la Internet, la cibernética, los teléfonos móviles, etc. Para orquestar tanto sus actos de sanación y su arte, como para difundir su trabajo y obra. De hecho Cristóbal dedica varias horas a la semana de su tiempo para realizar consultas terapéuticas gratuitas en un foro virtual frente a una webcam.

    Alejandro y Cristóbal Jodorowsky en algún punto de sus vidas debieron sobrevivir la muerte de un ángel.

    Teo era el miembro más joven del clan  Jodorowsky. Tenía veinte y tantos de edad, era actor, boxeador y atleta. Se encontraba trabajando para una importante firma teatral en Europa, viviendo en unión libre con su novia. Cuando lo encontraron muerto de una sobredosis en su apartamento, su pareja llevaba un par de meses de embarazo, preñada con su simiente. Cuando menos les quedaría un ángel como recuerdo del primero.

    Cristóbal se había ido hace más de un año para Chile a emprender una carrera como actor. Al enterarse de la muerte de su hermano más joven, quedó destruido.

    Es difícil superar la muerte de un ser amado. Sin embargo, posee un grado de dificultad extra, cuando el ser amado era mucho más joven que los deudos, casi un niño. Un ángel en realidad. En aquel momento, el padre, Alejandro, se atormentaba y culpabilizaba a sí mismo hasta la muerte. Casi en todos nosotros resurgen añejos sentimientos de culpa en el momento del duelo afectivo, lo bueno y lo malo de nuestros recuerdos junto al ausente.

    Tras varios meses de encierro y depresión, Cristóbal salió de su casa, dispuesto no sólo a asumir el dolor, sino a sanear de golpe y finalmente, su árbol genealógico enfermo, de donde provenía la causa de la muerte de su hermano. Proponiéndole a su padre un acto psicomágico definitivo para limpiar de una vez por todas la historia nociva de su familia. No estaba dispuesto a permitir que siguieran falleciendo injustamente ángeles, querubines y jesucristos entre sus parientes, debido a una genealogía enferma.

    2.    Convertirse en ángel.

    Mi hermano murió igualmente joven, a los 22. Tenía una habilidad nata para leer el Tarot y otra tanta para la música, también era un gran atleta y poseía una hermosa voz de bajo, se preparaba para ser cantante de ópera y violinista. Lo internaron debido a un tumor en los lóbulos frontales, sin cuestionarse si quiera un poco los médicos, acerca de la posibilidad de un tratamiento alternativo. El tumor no era cancerígeno en lo absoluto, pero los médicos, porque no eran doctores de ningún modo como en el sentido antiguo, ignoraban cualquier otra opción que no fuese la violenta intervención quirúrgica. Y lo operaron. Durante los catorce meses posteriores a la cirugía cerebral, que culminaron en su deceso ya inevitable, cada que lo visitaba en casa de mis padres y lo veía postrado en su cama eléctrica, siempre pensé en el libro de Lobsang Rampa: El Tercer Ojo. Si acaso aquella glándula calificada como anómala en su cerebro, no sería más bien parte de los poderes artísticos y espirituales que caracterizaron a mi hermano. Rampa dice que en la India y el Tíbet, los iniciados eran sometidos a una operación secreta, en donde se les injertaba una pequeña estaca de madera, precisamente en la frente, para estimular su visión del otro mundo y sus poderes psíquicos. Mi hermano Rodolfo había ido desarrollando con la ayuda de su guía espiritual, una poderosa intuición: era capaz de hacer parpadear las bombillas de luz y las lámparas tan sólo haciendo un esfuerzo de concentración mental. Tenía amplias facultades para conectarse con la Güija y para leer el Tarot. También se iba convirtiendo en un magistral cantante y violinista. Su Tercer Ojo fue visto bajo la luz del paradigma médico dominante, siempre como un intruso y como algo patológico. Así mismo, Rodolfo era homosexual, y en nuestro árbol genealógico al parecer hay una larga tradición de homosexuales, locos  y artistas incomprendidos. No era el primero que moriría siendo gay, artista marginal y de un tumor en el cerebro dentro de mi familia.
     
                                                                       CRISTÓBAL JODOROSKY EN SU ESTUDIO EN PARÍS.


    Aprendí que el argumento médico siempre consiste en el miedo y en el terror con fines de control, para quebrantar y someter a las personas a su visión súper tomista y minúscula. Si no se hace lo que ellos prescriben, según ellos, sobrevendrá la muerte y el agravamiento de las enfermedades. Rodolfo murió de cualquier manera, a pesar que mis padres, atemorizados por las advertencias y amenazas de los cirujanos, hicieron al pie de la letra todo lo que se les indicó.

    Observé que cuando menos en mi país, existía una siniestra complicidad entre el gremio de los médicos, los políticos, los clérigos y religiosos, para someter, quebrantar, adaptar y reeducar a los pocos individuos que se atrevían a ser distintos y emprender el camino de ser ellos mismos. Si el infierno había sido abolido por decreto papal en los años ochentas, el VIH y la homosexualidad serían los nuevos Avernos y demonios para castigar o perseguir a los que se atrevieran a vivir la totalidad de su ser: sexual, creativa y espiritual.

    El Collar del Tigre de Cristóbal Jodorowsky, cayó en mis manos en el momento más intenso de mi duelo por la perdida de Rodolfo. A pesar de la tristeza y el enojo hacia mis familiares por haber permitido y sido cómplices inconscientes de su muerte, comprendí que al igual que Cristóbal, yo mismo debía emprender la tarea de sanación, perdón y armonía hacia todo mi árbol genealógico, de donde provenía la causa principal de la muerte de mi hermano: de la vergüenza por asumir el verdadero ser, el odio a la homosexualidad, a la sexualidad misma y debido al rechazo total hacia los artistas y los seres libres. En el fondo era un cáncer que no involucraba únicamente a mi familia, sino a toda una sociedad caníbal, represora, castrante y  doble moralista.

    Lo esperado no es que los viejos entierren a sus hijos, como señalé arriba, citando a Cristóbal, sino que éstos lo hagan con los primeros. Hasta el ángel, enviado por Dios, detuvo la mano de Abraham antes de asesinar a su hijo por órdenes suyas en el Antiguo Testamento. Incluso es una obligación ética desobedecer a Dios, si éste ha ordenado un acto injusto y se encuentra de por medio la vida de un inocente o de un cordero. Y esto también se encuentra en la Biblia, sobre todo en los Evangelios.

    Pero al igual que Teo, el hermano de Cristóbal, mi hermano se había convertido en un ángel, no sólo por su belleza física y espiritual, sino por el férreo y doloroso trabajo de haberse atrevido, en su corta vida, a ser él mismo, y de luchar contra lo que fuese, por tal de lograrlo. Hay quien en toda una vida, muchísimo más larga y estéril, no ha hecho ni siquiera un uno por ciento del trabajo y las decisiones que mi hermano asumió para convertirse en un ser auténtico.

    Existe una tradición iniciática antigua, la cual indica que los ángeles no fueron creados por Dios mediante generación espontánea, sino que ellos se hicieron a sí mismos a través de un duro trabajo de perfeccionamiento y purificación. Acercándose gradualmente en cada reencarnación, a su amado Creador. En el Tarot, por ejemplo, la Carta denominada La Templanza, que corresponde al arcano número catorce, habla precisamente de alguien quien mediante un dificultoso trabajo de perfeccionamiento y sanación, se ha convertido en un ángel.

    Transformarse en ángel es uno de los trabajos más difíciles, que puede conllevar el esfuerzo no sólo de una vida, sino de varias reencarnaciones más para purificar y templar la misma alma a lo largo de su larga peregrinación transmigratoria.

    La finalidad de algunas tradiciones esotéricas muy viejas, consistía precisamente en preparar al hombre para la verdadera evolución y el abandono de su condición terrena, para convertirse en ángel. El estado actual del ser humano tal como lo conocemos, no es más que el posible principio de una vida mucho más amplia, plena y rica. Del mismo modo que la crisálida es la antecesora de la mariposa. Aquellos que nombramos ángeles, son el siguiente estadio de la verdadera evolución espiritual.

     Algunos seres como mi hermano, como Teo y como Cristóbal, se encuentran en ése camino. Enriqueciendo y nutriendo la vida de aquellos quienes tenemos el privilegio de haberlos conocido, coincidido en nuestras vidas o contactado con su obra.

    3.    La muerte del Toro

    Cristóbal casi se muere de miedo al coger la pistola eléctrica para matar reces, en aquel rastro de algún barrio en París. Había acudido expresamente para realizar un acto psicochamánico: asesinar de un golpe a un toro, con la ayuda de un antiguo compañero de escuela, carnicero y actor. La finalidad era recuperar metafóricamente su propia virilidad y resarcirse a sí mismo de las crueldades inconscientes de su padre hacia él durante la infancia, así como de todos los pecados cometidos por sus ancestros.

    Previamente habló con el inocente animal, le pidió permiso para matarlo y comérselo, explicándole que la finalidad de todo ello era la curación de su árbol genealógico. Dice que entonces comprendió que en realidad no es malo matar a un animal para comérselo: había sido vegetariano casi toda su vida.

    Al accionar el gatillo y ver desplomarse la bestia, estuvo cerca del desmayo. Una vez muerto se dio un baño con su sangre, cortó sus testículos para realizar una ceremonia. Los cocinaría para su padre y los comería junto con él, asumiendo en nombre de todos sus ancestros, una virilidad espiritual sin precedentes y un respeto por todos los seres que le antecedieron. Era un poderoso y efectivo acto terapéutico y teatral.

                Al terminar de escribir las últimas frases de este trabajo, también yo medito y envío desde mi corazón, las mejores energías y rayos de amor para mi hermano Rodolfo, para mis padres, tíos, abuelos y todos aquellos quienes estuvieron antes que yo. Trabajando cada día por purificar  mi árbol genealógico, esforzándome con todo mi ser para que tampoco vuelva haber ángeles, querubines, serafines ni jesucristos, desaparecidos o asesinados prematuramente dentro de mi propio clan.