Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

lunes, 21 de noviembre de 2011

OUSPENSKY: UN PSICÓLOGO DESPIERTO

P. D. OUSPENSKY


1.      

Piotr Ouspensky renunció en diversas ocasiones a varios privilegios. Primero al bachillerato, cuando tenía quince años y marchó  a San Petesburgo con un puñado de coetáneos suyos, soñadores e idealistas de la misma edad  para unirse al ejército. Serían rechazados debido a su juventud y Piotr se vería obligado a regresar a Golosnovska, un modesto pueblito muy lejano de la capital rusa, en donde sus padres se dedicaban a la agricultura y a la cría de conejos y gallinas.
Nunca rehusaría desempeñar labores físicas y manuales, por lo que posteriormente referiría en sus escritos, incluso amaba la agricultura y respetaba sobremanera el trabajo de los campesinos. También tendría que renunciar a su premura por entrar al ejército y esperar durante varios años más antes de ser admitido en el servicio.
Durante los casi cinco años que se dedica al campo con su padre, cultiva no sólo la tierra, sino que por su propia cuenta desarrolla el estudio de la filosofía, las religiones, las matemáticas, la psicología y la química. Llegando a tener un dominio muy importante de ellas sin jamás pisar un aula escolar.
A los diecinueve años, siendo ya un ateo declarado, renuncia de nueva cuenta, ahora a la posibilidad de ir a la universidad. Y esto es del todo una renuncia consciente. En uno de sus textos autobiográficos señala que en delante se dedicaría por completo a estudiar y aprender por sí mismo. Al parecer desde entonces, su búsqueda iría mucho más allá de lo que  las instituciones educativas oficiales podrían brindarle.
A los diecinueve años consigue unirse por fin al ejército, sin dejar jamás las investigaciones personales realizadas durante las noches, tras extenuantes jornadas de entrenamiento y labor militar. Ahondando al mismo tiempo en los campos del saber en apariencia más distantes: biología, yoga, psicología,  medicina, física, química, lógica, esoterismo, epistemología.
Aprovechando sus conocimientos por demás bastos, es asignado a una unidad de exploración durante la guerra ruso-japonesa, primero como chofer, posteriormente como artillero, experto en explosivos, mecánico, enfermero. Durante una incursión cerca de la costa del Pacífico, cuando es evidente que los ruso perderán frente a los japoneses, Ouspensky es capturado  por el ejército enemigo junto a varios de sus colegas. Recluido en un campo de forzados en el frente de Siberia durante meses.
Es durante su reclusión, contando con apenas veinticinco años, ante el peligro de ser fusilado por los japoneses, que tiene su primera experiencia mística. Algo que más tarde calificaría él mismo como el inicio de su despertar.
2
En la propuesta de evolución humana del Cuarto Camino, de la que Piotr Demianovich llegaría a ser uno de los principales representantes y divulgadores, el despertar va ocurriendo no sin un trabajo psicológico previo muy especializado e intenso. Primero se trata de pequeños vistazo de iluminación, en donde el iniciado logra verse tan sólo durante un minuto, acaso algunos segundos a sí mismo. Con el tiempo y la práctica, el estudiante del Cuarto Camino logra gradualmente que las experiencias de concientización sean más intensas y prolongadas. Creciendo en el conocimiento de sí mismo y en el ensanchamiento de su percepción. Hasta que el estado de atención suprema y el despertar se vuelven permanentes e inamovibles en el adepto. Convirtiéndose él mismo al fin en maestro.
Al punto de ser fusilado junto con algunos de sus camaradas, Ouspensky es liberado junto con un grupo de prisioneros, tras la firma por parte de los zares rusos de la rendición ante el emperador japonés. Suerte semejante sufrió su compatriota, el escritor Fedor Dostoiesvsky varias décadas atrás, al ser liberado minutos   antes de su ejecución frente a un pelotón de fusilamiento. Cambiando este hecho en definitiva el rumbo de sus vidas, debido a la cercanía con la muerte.
Cuando regresa del frente ya no es el mismo, sus padres, amigos y su recién esposa no le reconocen más.
Iniciará una intensa búsqueda espiritual. Abandonará definitivamente la vida militar, se convertirá en periodista, psicólogo, conferencista y escritor independiente. 
Esta búsqueda lo llevará por viajes en distintos orbes: India, Persia, Turquía, Afganistán.
No será sino hasta su regreso a San Petesburgo, en su propia patria, donde encontrará a su verdadero y definitivo maestro.
3
El encuentro entre el psicólogo Ouspensky y el mago Gurdjieff es legendario. Equivale al encuentro entre el racionalismo y la intuición.
Ouspensky era un ferviente seguidor de Emanuel Kant, Wilhelm Wundt y Albert Einstein, creyente en la fuerza legítima del pensamiento racional. Empero, la búsqueda del lado oculto de la vida y lo “milagroso” nunca le había dado tregua. Antes de conocer a Gurdjieff había deambulado entre monasterios, sectas y escuelas esotéricas de cualquier tipo en busca de un maestro que le iniciara en una nueva percepción de “otros mundos”.
 Gurdjieff por su parte, había desarrollado poderes mentales, aprendido no sólo en la teoría, sino en el dominio práctico y corporal de diversas tradiciones sufís, hinduistas y cristianas esotéricas. En compañía de un grupo de amigos interesados en el conocimiento de sí mismos, habían dado con la pista de una escuela antiquísima cuyas bases se asentaban en el desierto de Afganistán.
En un monasterio ancestral llamado Sarmug, ubicado en las ruinas de una ciudad abandonada, encontrarían las claves que les permitirían hacer resurgir de nuevo la escuela del Cuarto Camino.
 Hasta aquellas ruinas, según cuentan, fue guiado Gurdjieff en compañía de sus amigos buscadores, por jinetes enmascarados a través del desierto.
Desde el inicio Gurdjieff actuó con Ouspensky como un maestro ante su alumno, transmitiéndole poco a poco su conocimiento. Estaba claro que el acceso a la enseñanza del cuarto camino únicamente podía ser gradualmente. Esto quiere decir que el estudiante o iniciado era guiado por Gurdjieff poco a poco, a veces pareciendo que el objetivo o fin de un determinado ejercicio o práctica no estaba claro o no existía. Contrastando con la educación formal en occidente, misma que lucha por tener siempre objetivos claros y planeaciones educativas en apariencia muy bien prediseñadas. El Cuarto Camino por su parte, encuentra imposible definir objetivos de aprendizaje, tal como se entienden por los pedagogos modernos. Nunca se sabe, como indica Don Juan Matus, otro gurú, a dónde llevará o en dónde terminará un proceso de aprendizaje. En eso coincide con Gurdjieff.
Cinco años anduvieron juntos Gurdjieff y Ouspensky, a lo largo de todo Rusia, evadiéndose de las guerras civiles y la Revolución Comunista. Luego por Asia Central, Europa, incluso América. Intentando abrir escuelas del Cuarto Camino y buscando dar a conocer su enseñanza. Teniéndose que mover constantemente y reiniciando cada vez de nueva cuenta en un nuevo país debido al momento de entreguerras que les tocara vivir.
Gracias a Gurdjieff, Piotr conseguiría no sólo ampliar su conciencia y establecer contacto con lo “milagroso” como tanto anhelaba. Sino también brindarle un giro por completo distinto a toda la cantidad de conocimientos enciclopédicos que había acumulado hasta antes de conocer a su maestro. Aterrizándolos, encontrando conexiones entre los conceptos, equiparando teorías y sobre todo volviendo más reales y concretas tantas definiciones teóricas que llevaba a cuestas.
Según Gurdjieff, existe una diferencia fundamental entre saber y comprender. El saber es acumulativo, expansivo, cuantitativo, se define por la cantidad de conceptos, explicaciones, verdades sustentadas y demostradas. Tal como han hecho la mayor parte de sabios y científicos de Occidente.
Por su parte la comprensión, en apariencia sencilla, consiste en mantener una misma verdad durante años, e ir profundizando en ella de diferentes modos con el paso del tiempo.
Sabemos que hemos comprendido algo y que no sólo lo hemos aprendido o memorizado mecánicamente, cuando caemos en la cuenta después de años incluso, que hasta ahora hemos podido comprender algo que era evidente y que por alguna razón antes no podíamos entrever ni elucidar.
4
A inicios de la Segunda Guerra Mundial, Ouspensky comenzó a experimentar desazón ante las nuevas iniciativas y el rumbo que tomaban las enseñanzas de Gurdjieff.
Piotr señala en sus escritos autobiográficos que por primera vez pudo separar el pensamiento de Gurdjieff, con el cual se identificaba tremendamente y al cual comprendía cada vez más y le era crecientemente más útil, de la persona del maestro.
Esta era por cierto, justo una de las enseñanzas promulgadas por el Cuarto Camino: aprender a desidentificarse de las personas y las circunstancias.
No era que tuviese algo en contra del mago, o que considerara erróneo su proceder. Se trataba de que simplemente Ouspensky necesitaba seguir otro rumbo, iniciar su propio camino, ser él mismo ahora un maestro.
A inicios de 1940 su separación fue definitiva. Piotr Demianovich dejó Francia, donde se había encontrado el Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre hasta antes de ser cerrado, fundado por su maestro y los seguidores.
Ouspensky partió hacia Inglaterra, donde iniciaría sus propias conferencias y grupos, con sus correspondientes alumnos. Quienes nada tenían que ver ya directamente con Gurdjieff.
Por su parte, el maestro y mago partiría hacia América, en donde encontraría gran cantidad de alumnos y seguidores. Convirtiéndose en un tremendo hablante del inglés y degustador de la comida norteamericana.

domingo, 13 de noviembre de 2011

AUTODECAPITACIÓN DEL PADRE

Patria Acéfala -Christian Pacheco (Perdiendo la Cuenta: Exposición Fotográfica por la Paz en México, Zacatecas.



Haber perdido la cabeza:
decapitado, castrado, enloquecido
a sí mismo.
Es perder al propio padre
a lo masculino que debe haber en cada uno.

Un águila sin cabeza
es un hombre sin voluntad propia,
una mujer engrandecida de ego y furia
pero sin límites en lo absoluto.

Es un pueblo sin huevos
ni virilidad,
un árbol hueco
que no puede florecer
y perecerá.

Dice San Lucas el evangelista
que cuando Roma se encontraba en la decadencia
los romanos otrora aguerridos
se volvieron feminizados y comodinos
flojos y corruptos.
Por no decir impotentes
también.

Una cultura sin cabeza
ni intelecto ni patriarcas
se encuentra saturada de su propia madre:
sobreprotectora y enviciada por ella misma:
alcohólica, drogadicta, consumista,
obsesionada con el estatus quo.
Del poder como opio.
Necesitadora de armas
para hacerse respetar,
de automóviles lujosos, cargos políticos,
caciquismos de todo tipo
que la distraen de su disfunción sexual.

Detrás de cada madre castrante
 y sobreprotectora,
hay un vicioso, un malandrín,
un cobarde listo para apuñalar
por la espalda,
un político supervoraz,
un funcionario rastrero
y un padre olvidado, flácido y empequeñecido.

domingo, 6 de noviembre de 2011

HÍKURI

BULLET (INVESTIGATION # 6 WITH BULLET 7.62MM BULLET - Amber Stucker,
 (United States), 2011 on True Vellum Manuscript paper - Calf Skin)



Híkuri: abuelo,
te bautizaron los huicholes,
porque eres antiguo y sabio,
 jugoso y amargo; fibroso, como órgano viril,
pero complaciente y dúctil
como tallo de rosa en los veranos.

Puerta hacia el otro mundo:
cactácea, hongo, excremento.
 Abono para todas las vidas de este mundo
 y para todas las eras que sobrevendrán
y nos sobrevivirán. 

Los occidentalizados te nombramos peyote,
 ingenuos,
 y nuestros hermanos los wirras se sonrieron al escucharnos.

Banco de coral en el fondo del lecho marino, 
que haces el amor contigo mismo:
 tu parte macho eyacula todas las primaveras
 fertilizando el océano.
 Tu parte hembra engulle aquel semén
 en la misma proporción para autocrearte y perpetuarte.

A veces no te vemos
 olvidándonos también de nuestra propia alma.
 ¡Ay, qué tristeza oceánica...! ¡Qué dolor submarino tan hondo!

Preñado de tí mismo:
 hermano, padre, hijo, bisnieto, amigo de toda la vida,
 ancestro por venir:
ojalá pudiésemos amar a nuestro propio ser
 tanto como consigues acoplarte con tu misma esencia.

Aunque el ángulo más pronunciado de una bala
 penda todo el tiempo sobre tu más frágil apariencia,
 nada matara las horas, ni los besos,
ni los temblores, ni los ayes
 de nuestros más dichosos días y noches.