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Al
igual que no recomiendo beber tequila cuanto alguien se encuentra en el abismo
de una depresión o en el fango de un duelo amoroso, mucho menos sugeriría en
esos momentos difíciles, acudir al Tarot o a cualesquiera métodos de adivinación
a la mano. Es numerosa la gente quien recurre al Tarot, a las Runas o a brujerías varias, como salida fácil en el
peor pico de sus crisis personales. Es cierto que los métodos de adivinación
son buenos consejeros y guías en los periodos de quiebre sentimental. Siempre y
cuando se tenga la experiencia adecuada tras de ellos.
Pero tampoco obran milagros, sobre todo cuando no se desea asumir las responsabilidades personales causantes de la crisis. Cosa bastante común. Esto, sumado a la energía personal del tarotista, brujo o adivino en cuestión, pues encontrar uno confiable, en ocasiones y por estos días, exige un grado de dificultad análogo al de hallar una pareja afín o dar con un buen amigo sincero. Los riesgos son grandes: caer absorbido por una coctelera de emociones y energías nada claras, enturbiadas y revueltas que en no pocos casos, si no ayudan al buscador, pueden arrastrarlo a un laberinto de confusiones aún mayores, del que a veces no es nada sencillo salir.
Pero tampoco obran milagros, sobre todo cuando no se desea asumir las responsabilidades personales causantes de la crisis. Cosa bastante común. Esto, sumado a la energía personal del tarotista, brujo o adivino en cuestión, pues encontrar uno confiable, en ocasiones y por estos días, exige un grado de dificultad análogo al de hallar una pareja afín o dar con un buen amigo sincero. Los riesgos son grandes: caer absorbido por una coctelera de emociones y energías nada claras, enturbiadas y revueltas que en no pocos casos, si no ayudan al buscador, pueden arrastrarlo a un laberinto de confusiones aún mayores, del que a veces no es nada sencillo salir.
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Acudan
al Tarot, a las Runas, al I Chin o a cualquier otro método de adivinación u
orientación espiritual, con la mente y el corazón tranquilos y despejados.
Cuando se haya limpiado la tormenta de la mente; la calma siempre llega. ¿Suena
paradójico…? ¿Buscar consejo cuando no lo requiero…? ¿Entonces para qué pues
son estas cosas extrañas llamadas magias y adivinaciones...? Utilícenlos más
bien como herramientas de autoconocimiento y guía, cuando ya se esté a punto de
tomar una decisión, tras haberse cuestionado bastante a ustedes mismos. El
objetivo de toda magia, psicoanálisis o tradición espiritual, es crear en el
iniciado o buscador, un centro magnético-emocional, que le permita equilibrarse
por sí solo en la vida, tomando decisiones por sí mismo tras ponderar todas sus
posibilidades y caminos por cuenta propia. Y enseñarlo a caminar con sus pies y
no con los de nadie más. La ayuda de cualquier adivino, tarotista o terapeuta
debe ser siempre temporal. Si andamos en busca de alguien exterior a nuestra
conciencia, un papá o gurú que nos dictamine qué hacer en todo momento para
eludir la responsabilidad de decidir por nosotros, nos estamos exponiendo a
alejarnos aún más del verdadero Yo y de lo realmente espiritual; e incluso a
hacernos un daño de grandes proporciones.
La finalidad de toda escuela psicoanalítica y/o espiritual, es el desarrollo en
nuestro ser, de un Órgano Lumínico Interior que nos permita en todas partes y
ante las circunstancias más variantes e incluso más difíciles, ser nuestra
propia lámpara que no sólo ilumine nuestro camino, sino el de quienes nos rodean.
¿Y qué es lo verdaderamente espiritual, no faltará quien pregunte…? Y con
razón. No lo sabemos, pero tampoco nadie puede decírnoslo, más que el resultado
del camino que cada quien edifique y elija con grandes esfuerzos y tras largas
crisis bien asumidas y manejadas.