Adan de Abajo
Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.
martes, 25 de junio de 2013
LOS GIGANTES QUE HABITARON LA TIERRA
Les comparto el link de lectura gratuita de mi nueva novela: GIGANTOPITECUS: Las Crónicas de un Monstruo. Una historia que narra la vida de unos gigantes quienes presuntamente habitaron la tierra antes que los hombres. La publico muy contento, en honor de los 20 años que cumplo como escritor. Fue escrita tras un profundo estudio del Poema de Gilmagesh, de quien se dice que fue un gigante sabio y otros mitos al respecto, les dejo aquí el link de lectura gratuita.
http://adandeabajo.wordpress.com/2013/06/25/gigantopitecus-las-cronicas-de-un-monstruo/
jueves, 20 de junio de 2013
EL HOMBRE PALEOLÍTICO Y EL ORIGEN DE LOS SÍMBOLOS DEL TAROT
GRABADO CHAMÁNICO DE LA EDAD DE PIEDRA
El aspecto negativo de la
estructura matriarcal
consiste en que al estar atado a la
naturaleza, la sangre y el suelo,
el hombre se ve imposibilitado de
desarrollar su razón.
(ERICH
FROMM: Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea)
Este niño fue muy adoctrinado,
probablemente
tuvo una formación religiosa rígida
que acabó con su espontaneidad.
Tal vez sus padres estuvieron
ligados a algún movimiento político,
ideológico, cultural o religioso, cuyos
principios le fueron inculcados,
y éste/a los incorporó hasta
transformarse en un pequeño robot.
(VEET
PRAMAD (Refiriéndose al As de Espadas:
arcano menor del Tarot de Marsella)
–
El Uso Terapéutico del Tarot)
1. El Homo Habilis u Hombre
Paleolítico, y la lucha de la ciencia dominante por minimizar sus conocimientos
y sabiduría:
Según
informaciones no tan oficiales, es decir, provenientes de fuentes muy lejanas a
las opiniones academicistas dominantes y ocasionalmente miopes, el hombre es
muchísimo más antiguo de lo que las cronologías evolutivas nos enseñaron desde
siempre en la escuela. Se habla de que hubo un tiempo en que existieron y
comulgaron, no siempre en armonía, desde luego, diversos tipos de hombres
quienes hoy nos resultarían fantásticos. Y quienes tampoco fueron como los
imaginaríamos. La arqueología y la
antropología contemporáneas los bautizaron a todos ellos en conjunto,
encerrándolos y encasillándolos en una sola e indiferenciada etiqueta, ante la
incapacidad de reconocer sus diversidades, matices y singularidades, bajo el
nombre de homo habilis.
Se sabe de los hombres neolíticos u homo habilis que labraban la roca, que
construyeron monumentos enormes con piedras gigantes, a las cuales movilizaron
de forma inexplicable a lo largo de grandes distancias, organizándolas de modo
increíble, unas sobre otras, venciendo en muchas ocasiones las leyes de
gravedad para crear pirámides, menhires y dólmenes. Los cuales miramos hoy en
día con sorpresa
y escepticismo. Utilizando tales poderosas construcciones no
sólo para doblegar el tiempo y el espacio, sino para conectarse con un orden
superior y dejar un legado de las enseñanzas extraídas de éste. Sus monumentos
eran libros en donde narraban diferentes versiones de la historia del universo,
y sobre todo, el peregrinaje del alma en su penoso y duro ascenso hacia lo Divino.
Para ellos el alma humana no era
algo inamovible y estático que el Cielo le otorgaba a la gente nada más porque
sí. Como el cristianismo moderno presupone. Había que ganarse un lugar en el
Santuario de lo Divino, a partir de un arduo trabajo interior, a la búsqueda de
maestros espirituales, transitando por diversos e incansables ritos de
iniciación a los que había que entregarse incluso hasta en avanzadas edades.
Recorriendo rutas sagradas en caminatas tan extensas, que podrían absorber la
vida entera de cualquier buscador.
En viejas tradiciones, se
consideraba que los ángeles no habían sido creados por generación espontánea,
mediante la voluntad impredecible de un Dios caprichoso. Un ángel había llegado
a tal condición espiritual, a partir de una durísima búsqueda con las
consiguientes pruebas y obstáculos superados. Se iba acercando a Dios por medio
de su esfuerzo de auto perfeccionamiento, purificándose paso a paso,
lentamente, con una disciplina inquebrantable, siguiendo un camino muy claro,
pero sinuoso y prolongado, el cual no pocas veces le tomaba varias
reencarnaciones.
La organización sucesiva por orden
numérico de los Arcanos del Tarot, desde los menores hasta el último de los
mayores: El Mundo, da cuenta precisamente de la evolución del alma, desde su
etapa de oscuridad, cuando la percepción se encuentra nublada por las telarañas
de la ilusión. Pasando por su despertar gradual hasta llegar a la anhelada
iluminación que van representando los últimos arcanos: El Sol, La Estrella, La
Luna y El Mundo. Empero, esta visión del desarrollo espiritual en la que había
que trabajar muchísimo para avanzar, y sobre todo librar numerosos y durísimos
obstáculos, ya no es tan común. Incluso está casi perdida. Por le general, se
da por sentado que no hay que hacer mucho y tan sólo esperar para obtener
resultados espirituales fáciles, prometidos por irresponsables jerarcas y
comerciantes del alma. Los obstáculos y las pruebas tan duras del espíritu,
estarían representados en arcanos muy específicos: La Muerte o el Arcano Sin
Nombre, El Diablo, La Papisa, El Colgado, etc. Los cuales, a pesar de poseer
una naturaleza profundamente contradictoria y conflictiva, por la dificultad
del proceso humano que representan, también conllevan una enorme recompensa,
una vez que el buscador o aprendiz de mago logra superarlas y aprender de ellos.
Del hombre del paleolítico también
se sabe que su inteligencia era predominantemente simbólica: utilizaba
metáforas y símbolos abstractos para transmitir enseñanzas espirituales y
cotidianas. Legadas en litografías diversas: talladas e impresas sobre sus
monumentos de roca mediante jeroglíficos, pictogramas y pinturas rupestres en
piedras, cavernas, muros y tablillas.
Existe la hipótesis, planteada por
el psicólogo y matemático ruso Piotr Ouespensky, de que un antecesor del actual
Tarot se remonta a la Edad de Piedra. Presumiblemente, el ancestro de nuestro
Tarot, no era un conjunto de cartas o un mazo, como lo conocemos ahora. Sino
una ruta geográfica muy específica, conocida sólo por iniciados, quienes
comenzaban experimentando una fuerte inconformidad con su vida actual. Los
cuales al no encontrar satisfacción en ninguna de las alternativas que les
brindaba el mundo conocido, añoraban un camino nuevo y por completo distinto al
que les proporcionaba por ejemplo
las religiones institucionalizadas, las
escuelas ordinarias y la ciencia tal como se conoció en diferentes épocas.
El joven aprendiz se embarcaba en
una búsqueda muy larga, recorriendo diversos sitios sagrados. Una vez que
llegaba a una meta, inmediatamente sentía la necesidad de identificar y avanzar
hacia un nuevo objetivo espiritual que sucedía a su última conquista. Ouspensky
sostiene que así como el Tarot contemporáneo posee un orden psicológico y
numérico muy claro, las viejas rutas espirituales que surcaban antiguos
caminantes, tenían un orden sucesivo análogo al de los arcanos del Tarot.
Semejante a la antigua ruta de Santiago de Compostela, en España, por ejemplo.
Con sus diversas estaciones de paso, de descanso y de preparación.
Conforme se iba avanzando en el camino, se
encontrarían sitios en donde meditar, rezar o aprender magia. También existían
diversos maestros o guardianes de cada lugar. Al pasar el tiempo, dichos
lugares recibieron el nombre de sus custodios, los cuales luego serían asociados
con cada uno de los Arcanos del Tarot moderno: El Mago, La Papisa, El
Emperador, El Colgado, etc.
El hombre del neolítico cuando
quería formarse como mago, curandero o convertirse en iniciado de una antigua
tradición espiritual, debía recorrer poco a poco cada una de las estaciones de
paso de la ruta sagrada. En este sentido, el Tarot actual sería una evocación
lejana de lo que algún día fue una prolongada ruta espiritual que los
aprendices de magos debían recorrer a pie, durante años antes de considerarse
maestros. Dependiendo el grado de su desarrollo y el sitio sagrado al que
habían logrado llegar y ser admitidos.
De hecho, la palabra “Tarot”,
desciende de un antiguo vocablo egipcio que quiere decir: “El Gran Camino”.
Cosa bastante congruente con el argumento que venimos desarrollando.
Es bien sabido que aún existen
algunos vestigios de rutas similares a las que describimos. Un monje nos contó
de viva voz que en el Tíbet todavía hay que recorrer cerca de ocho templos a lo
largo de más de diez años antes de convertirse en sacerdote budista, viéndose obligado
a permanecer y aprendiendo diferentes cosas en cada uno. Los maestros o
guardianes de un monasterio de ningún modo le permiten al alumno abandonar el
sitio y partir hacia el templo siguiente, mientras no haya pasado las pruebas y
exámenes espirituales exigidos al novicio.
En la Sierra Huichola, en el
Occidente de México, algunos marakames o chamanes nos narraban todavía en el
año 2007, la existencia de una ruta milenaria que partía desde Alaska y
culminaba en las montañas de la Patagonia en Argentina. Pasando muy cerca del
hogar de los wixarikas y tan vieja que sus orígenes se perdían hacia la Edad de
Piedra, cuando la gente cruzaba de un continente a otro a través del Estrecho
de Bering.
Entonces, el Tarot actual vendría
siendo una lejana evocación de un antiguo mapa, de una ruta aún más vieja, por
la que transitaron antiguos caminantes
espirituales desde el Neolítico, en busca de conocimiento espiritual.
Visto como un mapa del desarrollo
espiritual humano, el Tarot se convierte en una herramienta aún más fascinante
de orientación personal, guía y terapia, de lo que los adivinos, quienes lo leen
para predecir el futuro, pueden imaginar.
Una
antigua teoría, como se señaló más arriba, señalaba que los ángeles no fueron
creados de un palmo por la voluntad espontanea de Dios. Sino que eran almas
cuyo trabajo espiritual venía evolucionando desde muchísimo tiempo atrás,
librando obstáculos emocionales y espirituales diversos. El trabajo de
convertirse en ángel o en Ser de Luz le llevaba a un alma mucho más de una vida.
El ángel se había construido a sí mismo, buscando acercarse en cada paso a lo
Divino.
Esta teoría, para los interesados,
es el Cuarto Camino: la psicología de George Gurdjieff. Recomendándoles
consultar toda la bibliografía al respecto.
El arcano conocido como La Templanza
nos habla de los inicios del despertar, conseguido tras mucho esfuerzo,
habiendo superado depresiones, pérdidas, duelos, enfermedades, etc. Y el Tarot
es el mapa espiritual que da cuenta de los pasos y el recorrido seguido por
aquellos quienes iniciaron el camino de convertirse en Seres de Luz. A pesar
del sufrimiento, siempre con una finalidad clara que se persiguió a lo largo de
décadas, incluso de vidas enteras y reencarnaciones, La Templanza salió avante
y bien librada, fortificada. A partir de La Templanza, el espíritu ha sido fortalecido,
literalmente templado con diferentes pruebas y golpes resistidos y asumidos. En
el famoso Tarot de Crowley, un iniciado inglés quien trabajó durante muchos
años en diferentes hermandades, investigando los orígenes del Tarot, a la
Templanza se le nombraba El Arte. Así es cuando se ha alcanzado algo del
despertar: la vida misma se convierte en arte, porque se encuentran los inicios
de una congruencia sin precedentes, en donde el ego y la mente corriente
ya no rigen al hombre. Sino que el Ser
interior es el soberano, aunque sea en sus inicios. Es el estado que Jiddu
Krishnamurti describiría tiempo después como la “meditación”.
El arcano de La Estrella es uno de
los siguientes niveles a donde debe dirigirse el Ser de Luz en potencia. Al
aparecer, su brillo indica seguridad de que se avanza por buen rumbo, hacia
buen destino y con buena suerte, en pocas palabras. También implica la muerte
de los viejos esquemas mentales, una lenta purificación cognitiva en donde lo
que se conoció y en lo que se creía, ya no tienen importancia. Los conceptos
viejos se desmoronan, el interior del hombre se limpia.
Cada estación de paso del antiguo
mapa espiritual que representa el Tarot implica diferentes pruebas físicas,
emocionales y espirituales. Cada arcano, una vez asumido, asimilado y superado,
también conlleva recompensas: habilidades desarrolladas, poderes ganados,
miedos dejados atrás, valores profundos acumulados, intuiciones obtenidas, etc.
3. La Conexión entre un Mapa del
Egipto Prehistórico y los Tarots Europeos del Medioevo:
Después
de la Edad de Piedra, la geografía humana cambió radicalmente. Continentes
enteros se perdieron, sumergieron bajo el océano o separaron en terremotos. Catástrofes
climáticas sobrevinieron: congelamientos, diluvios, sequías, etc. El hombre
antiguo fue extinguido en parte, su tiempo terminaba, también fue diezmado,
obligado a asimilarse y ocultarse. Un nuevo tipo de hombre, más racional pero
también más violento y menos conectado con la naturaleza, comenzaba a aparecer.
Con las eras posteriores, hombres
más modernos como los romanos y cristianos, en su ignorancia y búsqueda de
riqueza sin precedentes, borraron muchas de las antiguas señalizaciones de las
viejas rutas espirituales. Construyeron sus propios templos y edificios con las
mismas rocas o sobre los cimientos de ancestrales lugares espirituales que no
eran ni romanos ni católicos. No comprendían aquello sobre lo que estaban
parados y que estaban a punto de derrumbar o sepultar, mucho menos les
interesaba. En Europa y América fueron enterradas y borradas muchas señales y
monumentos sagrados antiguos. Aunque no todos y no del todo. Miles de Papisas,
Locos, Magos y Hierofantes fueron cazados y asados en la hoguera, acusados de
brujería.
A finales del siglo XIX el joven
mago y psicólogo George Gurdjieff encuentra en las ruinas de la antigua
Anatolia, en las faldas del Monte Athos y sepultadas por lava volcánica, los
planos de una hermandad ancestral dedicada a unificar los aportes de todas las
religiones del mundo: La Hermandad Blanca. También dará con la pista de un mapa
del Egipto Prehistórico, anterior a las arenas. Se planteará recorrer una de
las antiguas rutas espirituales
descritas ahí y dar con la Hermandad Blanca, sus viajes lo llevarán por
El Cairo, Afganistán, Persia, la India. En buena medida, gracias a él y a las
enseñanzas dejadas por sus discípulos, principalmente por el psicólogo Piotr
Ouspensky, es que conocemos del vínculo existente entre aquellas viejas rutas
sagradas, sus monumentos prehistóricos y los Arcanos del Tarot. Se sabe de
Gurdjieff que poseía una capacidad mental sin precedentes para localizar
monumentos paleolíticos y dólmenes
mediante cálculos matemáticos. Con el tiempo, el mago se convertiría en
uno de los mayores conocedores de las rutas ancestrales y éste tipo de
edificios prehistóricos. También se sabía de él que era un gran iniciado en los
secretos del Tarot, la Medicina Ancestral, la Kábala y la astrología.
Al mismo tiempo que Gurdjieff,
Aleister Crowley, un inquieto aristócrata inglés, escritor y estudioso de las
ciencias ocultas, por mero accidente, mientras indaga en una antigua biblioteca
de Londrés, se encuentra con un antiquísimo manuscrito que describe los pasos
para formar una Hermandad Dorada. Pronto se le unirán científicos y artistas de
todo género como el poeta Yeats y el novelista Bram Stoker. Crowley iniciará un
importante viaje que lo llevará a vivir e investigar en los lugares más dispares:
La India, el Tíbet, México, Egipto. En busca de los eslabones de unión entre aquel
Tarot del Egipto prehistórico y los Tarots medievales que se conocían en Europa.
En el fondo y en esencia, las búsquedas de ambos maestros eran semejantes.
Crowley se sumerge en oscuras bibliotecas
de Egipto, Persia y Constantinopla. Se entrevista con gitanos, médicos, adivinos.
Da con la pista de un libro fabricado con tablillas de arcilla muy antiguo, cuyo
origen se remonta al de unos habitantes desconocidos de Egipto antes del Diluvio
Universal. Una pista análoga a las encontradas por Gurdjieff en las faldas del Monte
Athos, en Anatolia. Los derviches y gitanos le rebelarán que se trataba del libro
de Toth, un conjunto de tablillas que fue parte de la colección de la Biblioteca
de Alejandría, quemada por el capricho de emperadores romanos cristianos. Las búsquedas
de Crowley lo llevaron hasta el límite de rastrear en cuevas en el desierto, indagar
en mercados de libros viejos en Turquía, Afganistán, el Líbano, etc. Recompilando
fragmentos, entrevistando magos y prestidigitadores, utilizando incluso métodos
espiritistas para tratar de recabar información.
Aparentemente, de haber sido alguna vez
una ruta de iniciación de antiguos caminantes espirituales que se extendía más allá
de las fronteras entre continentes, el Tarot fue asimilado a un conjunto de tablillas
que presumiblemente se tiraban e interpretaban de manera análoga a nuestro moderno
Tarot. Indicando los pasos que debía dar el buscador o el aprendiz de mago en su
desarrollo. Sin embargo, para cuando Crowley rastreaba el Libro de Toth, al parecer
éste ya había desaparecido en las llamas del incendio de Alejandría o en las cenizas
del polvo del tiempo.
Sus esfuerzos lo llevarían a crear su
famoso Tarot de Toth de Crowley. Fruto de investigaciones tan prolongadas que consumieron
prácticamente su vida entera.
Para concluir, tanto las búsquedas de
Gurjieff como de Crowley proporcionan información muy factible de la presunta conexión
entre los arcanos del Tarot, el libro de Toth, perteneciente a las culturas egipcias
y caldeas de la prehistoria, y por otra parte, con un vínculo muy importante con
unas lejanas rutas espirituales de antiguos caminantes e iniciados desde la Edad
de Piedra.
martes, 11 de junio de 2013
CURSO DE ACUPUNTURA CHINA
La Acupuntura China es una herramienta milenaria, parte esencial del legado ancestral de la Medicina China Antigua. Trabaja utilizando finas agujas con las cuales se estimulan los canales energéticos del cuerpo humano o meridianos. Se utiliza para tratar el dolor agudo, las enfermedades crónicas, el estrés y diversos trastornos emocionales.
Se impartirá cada Sábado a partir del 6 de Julio en 10 sesiones, mismas que tendrán un costo de $200 pesos cada una. El cual incluirá el material bibliográfico y las agujas para realizar prácticas.
Impartido por la Mtra. Lala Gutiérrez: Terapeuta y profesora de Acupuntura Tibetana y China, así como de magnetoterapia.
Sede: López Cotilla No. 862. Col. Americana. En Guadalajara Jalisco, México.
Informes: carneuro@yahoo.com.mx
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