Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

miércoles, 2 de enero de 2013

LOS AMIGOS DE GURDJIEFF

                                                            GURDJIEFF, UN VIEJO SABIO


Esfuérzate siempre y en todo, por obtener a la vez lo útil

para los demás y lo agradable para ti mismo.

 

(MULAJ NASRUDÍN Citado por George Gurdjieff

 –Encuentros con Hombres Notables)

 

 

Por ser un hombre honrado en sumo grado,

mi padre nunca hubiera edificado conscientemente

su bienestar sobre la desdicha del prójimo.

 

(GEORGE GURDJIEFF  -Encuentros con Hombres Notables)

 

 

1.  Infancia en Georgia

Es curioso, cómo dos personajes tan destacados y a la vez opuestos de la primera mitad del siglo XX en Europa Oriental, provendrían del mismo y olvidado país: Joseph Stalin, conocido dictador, enemigo de la humanidad, sobresaliente exterminador de almas, fratricida y genocida. Uno de los mayores asesinos masivos   que nos dejo la historia del sigo pasado.

            El segundo, en contraste: George Gurdjieff, gran benefactor de los hombres, maestro espiritual, creador (o resucitador) de la perenne escuela psicológica conocida como El Cuarto Camino. Legó libros, enseñanzas, charlas e innumerables alumnos y lectores que han continuado su trabajo a lo largo de décadas.      

Gurdjieff acogía niños huérfanos y animales abandonados; salvó la vida a centenares de rusos blancos del holocausto estalinista, así como a otros cientos de cristianos armenios, tras el éxodo producto del conflicto entre Turquía y Armenia. Brindando comida y techo a miles de refugiados.

            En esto último, Gurdjieff se asemejaría mucho más a su casi coterráneo: el griego Nikos Kazantzakis, autor de Sorba el Griego, El Pobre de Asís y Cristo de Nuevo Resucitado. A quien se le negó el nobel de literatura junto con un entierro cristiano por parte de la Iglesia Ortodoxa Griega, debido a su obra: La Última Tentación. Del mismo modo que George G., Kazantzakis dedicó su vida no sólo al estudio del pensamiento antiguo y de los Grandes Iniciados, como Jesús y Buda, sino a la búsqueda del bien de la humanidad. También protegió la vida de miles de armenios perseguidos y exiliados por medio de sus contactos en Europa. Ayudando a movilizar pueblos enteros de cristianos armenios antes que los turcos los masacraran.

            En la Georgia del siglo XIX, ocupada desde siglos atrás simultáneamente por romanos, unos, mongoles,  turcos, otomanos, soviéticos; en un contexto como describen sus biógrafos, casi bíblico, se desarrolla la infancia de George Gurdjieff. En una región donde culturas muy diferentes y lenguas abismalmente distintas conviven todos los días unas con otras: persas, rusos, cosacos, islamistas, sufís, árabes, turcos, cristianos ortodoxos, griegos, armenios, kurdos, mongoles, tibetanos, afganos, etc. Es en esta región del mundo donde se encuentran, no sin frecuentes conflictos, Europa, Oriente Medio y Asia, el lugar que los especialistas en lingüística y antropología consideran como el nicho donde nació la cultura humana.

            De niño, Gurdjieff contempla un fenómeno que lo deja atónito: varios jóvenes traviesos encierran en un círculo trazado en la tierra a un kurdo. Quien entre lágrimas y súplicas pide que le dejen salir, pues él no puede liberarse de tal maleficio y abandonar la circunferencia en el suelo por sí solo. Finalmente George decide borrar unos centímetros de la figura y el chico logra huir corriendo hasta su casa.

            Gurdjieff pasará horas reflexionando sobre el evento, entrevistando a científicos, sacerdotes, militares, médicos, especialistas de todas las áreas con quienes cuenta. Bombardeándolos con miles de preguntas que de ningún modo le complacen con sus respuestas. Se sentirá decepcionado al no encontrar ni en el lado religioso, ni en el científico, una explicación profunda y convincente para su experiencia. Será su propio padre, quien sin proponérselo, al brindarle una inusual explicación del alma y de los fenómenos espirituales, facilitará los primeros acercamientos a la hipnosis, el espiritismo y la meditación por parte de G.       

            El padre de Gurdjieff pertenecía a la estirpe de  unos antiquísimos pastores, ovejeros, camelleros y caminantes del desierto. Provenientes de las tierras de Persia y Afganistán, herederos de una milenaria tradición oral, que habían llegado desde Oriente hacia el Cáucaso en busca de fortuna desde los últimos cien años, llevando en sus migraciones hacia Europa su música, poesía, canciones, comidas y su lengua.

            El viejo era recitador y trovador de ancestrales versos. Gurdjieff cuenta que en dos ocasiones lo acompañó a unos inusuales torneos de poesía y canto en pleno desierto, en donde los participantes debían recitar durante toda la noche, improvisando y evocando viejas estrofas y estribillos que se venían entonando desde hace muchos siglos. Su padre era muy reconocido como trovador en variadas regiones del Cáucaso y Medio Oriente.

            De su padre, G. aprendió no sólo poesía y música, sino a desempeñar los más variados oficios, mismos que en el futuro le serían bastante útiles para sobrevivir: carpintería, mecánica, comercio, sastrería, pajarero, vendedor y restaurador de alfombras, cocina. Gurdjieff relata que cuando los soviéticos llegaron a Georgia para expropiar las tierras de los armenios y los cristianos griegos, el anciano intentó defender su propiedad junto con otros viejos pastores, muriendo bajo el fuego de los bolcheviques, quienes entonces se creían ya dueños del mundo.

            En la década de los cincuenta, viviendo en Francia y mucho tiempo después de la muerte de su padre, George encontraría en una revista de arqueología, un reportaje sobre unas tablillas asirias recién encontradas por unos científicos. Eran en conjunto la obra: La Epopeya de Gilgamesh. Apenas descubierta por Occidente. El encuentro le resultó curioso, pues desde bastante tiempo atrás, cuando era niño, G. conocía de memoria las hazañas del héroe mesopotámico por medio de la tradición oral y las historias que escuchaba de su padre y de los pastores del desierto. Los ancianos sufís y camelleros tenían conocimiento de Gilgamesh mucho antes que los científicos occidentales.

            Durante su adolescencia, Gurdjieff sería acogido como discípulo del padre Borsch, obispo de la Iglesia Griega. De él tomaría la parte teórica de su formación: teología, filosofía, literatura, medicina, anatomía. La visión del padre Borsch pretendía que sus sacerdotes estuvieran muy bien preparados no sólo para atender la salud espiritual de sus parroquianos, sino también la física. De modo que formaba a los jóvenes seminaristas tanto desde un punto de vista filosófico, como también médico.

            Al acercarse el fin de su formación como sacerdote, G. abandona el seminario, dedicándose a investigaciones independientes, ahora desde el punto de vista esotérico. Francamente decepcionado de las ciencias y las religiones conocidas por la mayoría de los hombres. Hasta entonces había pasado por una sólida formación como artesano, mecánico, comerciante y pastor con su padre, así como filósofo y médico al lado del obispo:

YO SOY TÚ

ERES YO.

ÉL ES NUESTRO,

LOS DOS SOMOS DE ÉL,

QUE TODO SEA PARA

NUESTRO PRÓJIMO.

 

(GEORGE GURDJIEFF

 –Encuentros con Hombres Notables)
 
GEORGE I. GURDJIEFF en París

2. Viajes a Persia, Afganistán, Egipto y el Tíbet

En Armenia, cerca del Monte Atos, emprende en compañía de otros jóvenes inquietos, unas excavaciones arqueológicas en las ruinas de una antigua ciudad sepultada por lava. En los túneles de  lo que fuera la celda de un monje, descubren unos pergaminos, escritos en arameo. Comienzan su traducción y entran en conocimiento de una hermandad dedicada a unificar todas las religiones y sabidurías del mundo: una Hermandad Blanca, cuya sede se encontraría presuntamente en un monasterio llamado Sarmug, oculto en el sur de Afganistán.

            Reúnen todos los recursos a su alcance e inician un viaje a pie desde Armenia hasta Persia y luego Egipto. El objetivo es entrar en contacto con la Hermandad. Sin quererlo, en estos primeros viajes a Oriente, asimilará una de las ideas  primordiales del Cuarto Camino: tener un objetivo espiritual y perseguirlo por encima  de cualquier cosa. Esta es la cosa que más debe importar en la vida.

            En Egipto, Gurdjieff se encontrará de nuevo solo, sin mucho dinero, viéndose obligado a trabajar como traductor y guía de turistas, dados sus profundos conocimientos de las ciudades antiguas, los monumentos históricos y las rutas sagradas. Ejerciendo también el oficio de pajarero y comerciante de flores de papel, cazando gorriones con unas redes improvisadas, pintándolos de colores y vendiéndoselos luego a los viajeros por raras aves exóticas. En ningún momento pierde su objetivo prioritario: encontrar a la Hermandad Blanca y solicitar su admisión a ella.

            De esa manera conoce al Príncipe Pogocian, un filántropo pariente de los zares. No tardarán en hacerse más que amigos: hermanos, al encontrar variados puntos e intereses místicos en común. Mientras son asistidos en un antiguo monasterio cristiano, logran hacer furtivamente la copia de un milenario mapa de Egipto antes de las arenas y antes del Diluvio Universal. Gurdjieff aprende que cuando los primeros habitantes de las orillas del Nilo llegaron, gran cantidad de sus pirámides, incluyendo la Esfinge, ya se encontraban en el sitio donde hoy podemos admirarlos. Probablemente dejados por otros hombres, aún más antiguos y desconocidos. Algunos señalarían que eran gigantes. A partir de entonces, Gurdjieff se convertirá en un experto en dólmenes, menhires, pirámides y monumentos paleolíticos y prehistóricos. Mucho más que bastantes arqueólogos y antropólogos occidentales.

            Remontando el cause del Nilo, apenas con unos cuantos camellos y cabras, Gurdjieff y el Príncipe Pogocian se sumergen en lo más profundo de Oriente, encontrando por pura casualidad a un camellero del desierto, un judío mitad francés y mitad sirio, quien por buena fortuna suya pertenece a la Hermandad Blanca, a la cual venían buscando desde mucho tiempo atrás. Para entonces contarán con las habilidades extraordinarias de Gurdjieff para orientarse a partir de los astros, las montañas y los monumentos históricos de los antiguos sabios, dejados exclusivamente para ser leídos por aquellos quienes saben interpretarlos.

            Les hacen jurar absoluto secreto acerca de la ubicación del monasterio. Con los ojos cerrados son guiados a través del desierto hasta el ansiado Sarmug. Tardarán dos días en llegar hasta su destino. Lo que los miembros de la Hermandad ignoran, es que a pesar de ir con el rostro cubierto, Gurdjieff es capaz de orientarse incluso con los ojos cerrados, a partir de las vueltas y la ubicación de ciertas señales prehistóricas que sólo él por sus conocimientos puede identificar.

            Al inicio sienten no encajar, pues no logran encontrar más que a algunos pocos niños y mujeres, quienes se encargan de llevarles la deliciosa comida que les es servida e intercambiar con ellos unas pocas palabras.

            Finalmente son recibidos por el maestre del lugar, un anciano de más de ciento cincuenta años de edad, quien perteneció a una secta de derviches antes de formar parte de la Hermandad. Pronto son iniciados, ejercitándose en diferentes disciplinas: meditación, danza, música, disertación. Gurdjieff también aprovechará para convertirse en experto bailarín y maestro de danzas sagradas. Las danzas de los derviches que les son rebeladas están destinadas a emular directamente el movimiento de los astros y los procesos del universo. Quienes participan y gozan la fortuna de haber sido iniciados en ellas, tienen la posibilidad de contactar con energía universal a través de movimientos muy bien cuidados.

            En el mismo monasterio, Gurdjieff entra en contacto con la música sagrada, interpretada por sabios desde tiempos remotos, probablemente desde la época de Orfeo y Hermes Trimegisto. George G. ya poseía variados conocimientos musicales: sabía interpretar la guitarra y su padre le había legado el dominio del armonio y la flauta. Empero, Gurdjieff descubrirá que la antigua música de Oriente posee facultades terapéuticas y espirituales, haciendo entrar en contacto a sus intérpretes y escuchas, con singulares trances y estados de consciencia. Una de sus conclusiones más importantes acerca del arte sacro, consistirá en el hecho de que antiguamente las disciplinas artísticas, incluyendo la música, la escritura y la arquitectura, tenían la finalidad de acercar a los iniciados con preciosos valores universales y transmitirles conocimientos muy difíciles de encasillar en el lenguaje ordinario. La música de Oriente, según G. consistía principalmente en el alargamiento de una o dos notas solamente, llevándolas hasta alcanzar estados fuertemente extáticos y espirituales.

            Toda esta serie de disciplinas sagradas le ayudará a formular lo que más tarde será la psicología del Cuarto Camino. A la cual dedicará el resto de su vida, a practicar, enseñar y difundir, convirtiéndose más tarde él mismo en uno de los más grandes maestros espirituales.

            Transcurren dos años viviendo, estudiando y trabajando en Sarmug. En un momento dado, Gurdjieff decide que su momento de abandonar el monasterio ha llegado. Por su parte, el Príncipe Pogocian había sufrido fuertes experiencias espirituales en aquel sitio. El anciano padre provincial le había rebelado que no le quedaba mucho tiempo de vida. Por lo que Pogocian decide pasar sus últimos días, tranquilo, en retiro  dentro del monasterio.

            Con un par de camellos, Gurdjieff abandonará para siempre el que fuera su hogar y su escuela, dejando a su mejor amigo y hermano en aquel lugar.

3.  El preceptor del Dalái Lama
                                                                               GEORGE GURDJIEFF de joven,
                                                                                  fungiendo como hipnotista.

Las informaciones existentes sobre la siguiente etapa de su vida, luego de dejar el monasterio no son rebeladas por el propio G. Sino que se encuentran presentes en el libro de uno de sus discípulos tardíos: Louis Pauwells, en su libro: Gurdjieff.

Por medio de contactos establecidos dentro de la Hermandad Blanca, Gurdjieff es recomendado directamente como preceptor y maestro del mismísimo Dalái Lama, quien por aquel entonces era apenas un niño. El propio G. muchas veces señaló que tenía enormes habilidades para ser admitido en cualquier fraternidad o hermandad espiritual y asimilar toda clase de conocimientos.

            Al mismo tiempo que colabora como profesor de idiomas, matemáticas y anatomía del joven Lama, Gurdjieff aprovecha para absorber gran cantidad de conocimientos secretos, vedados para la mayoría de los occidentales que llegan al Tíbet. Se decía que en un inicio colaboraba para el gobierno del último Zar, fungiendo como espía en Oriente para Rusia.

            En el momento en que el Tíbet es invadido, Gurdjieff decidirá romper sus relaciones con el Zar, abandonando el Tíbet como parte de la guardia personal del Dalái Lama, perdiéndose con él hacia la India, en donde se les dio asilo.

            No se volverá a saber nada de G., hasta varios años después, cuando reaparezca en Moscú, anunciándose como director de teatro, maestro de danzas sagradas, sanador e hipnotista. Reuniendo entre sus colaboradores a buena parte de la élite y la inteligencia europea. Con quienes más tarde fundaría el Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre. Entonces la escuela del Cuarto Camino estaría plenamente desarrollada y sería legada como un bien para toda la humanidad.