WILHELM REICH en Paloalto California
La
necesidad biológica de la expansión de la vida.
La
distorsión del despliegue de la vida en ascetismo,
en
estructuras autoriatarias y en negación de la vida
puede
aparecer de nuevo;
pero
las fuerzas naturales del hombre triunfarán, al fin,
en
la unidad de la naturaleza y la cultura.
(WILHELM REICH –La Revolución
Sexual)
1.
El
psicoanálisis contra la sexualidad
No
podía dejar de acostarse con cuanto hombre se le atravesaba. Era bonita y
lista, buena lectora y conversadora, no carecía de recursos seductivos. Y sabía
utilizarlos para encamarse con quien quería. Llamémosla sencillamente: Raquel.
Al inicio ocurrió con sus compañeros de Liceo, con
sus vecinos del antiguo edificio habitado por estudiantes, muchos de ellos
colegas de clase (no dejo ninguno vivo). Luego con un primo, con quien sostuvo
un prolongado y tortuoso amorío, al mismo tiempo que recorría las habitaciones
de los estudiantes una por una. Fue una relación plagada de excesos, que
incluyeron masoquismo y sadismo en destructivas dosis. Hasta que logró
abandonarlo, casi tocando fondo y habiendo sufrido severas lesiones en todo el
cuerpo y el sexo, tras intensos frenesís extáticos.
Intentó discreción al máximo, falló. Las habladurías
la obligaron a abandonar sus estudios en humanidades. Tuvo que dejar la ciudad
e irse a vivir a un poblado en el campo, donde nadie la conocía. Se empleó en
una lavandería. Ahí prosiguió con su gusto insaciable por los hombres,
cambiando el tipo de comensales por obreros y granjeros. Esto pareció no
importarle tanto. El sexo se le había vuelto un hábito, una droga, el asunto
más importante en su vida. A veces eran los mismos amantes, algunos
recurrentes, casi siempre se trataba de la búsqueda de nuevos prospectos para
la cama. El esfuerzo implacable por lo novedoso.
Durante un tiempo, Raquel mantuvo con éxito una
relación estable con un chico de su agrado: un atractivo poeta y obrero de su
edad, de quien logró encariñarse. Brindándole cierta tranquilidad y paz
momentáneos. Pero recayó en el gusto por las relaciones sexuales furtivas y
casuales, no exentas de cierta violencia. La relación con el chico se perdió
sin remedio, fracturándose al no poder acallar las habladurías y chismes.
Visitó a varios psicoanalistas y
médicos, en ese entonces todos pertenecientes a la Sociedad Psicoanalítica
Vienesa. Su caso llegó a oídos del mismísimo
Sigmund Freud, quien lo tomó con cierto sentido del humor, incluso a manera de broma, apoyado por el coro de sus fieles súbditos.
Sigmund Freud, quien lo tomó con cierto sentido del humor, incluso a manera de broma, apoyado por el coro de sus fieles súbditos.
Hasta entonces la ninfomanía era considerada
incurable por el psicoanálisis. Aunque parezca paradójico, e incluso irrisorio:
las ninfómanas eran juzgadas hasta cierto punto “inmorales” por los propios
psicoanalistas y seguidores de Freud. Era un caso semejante al de los homosexuales,
a quienes por aquellas fechas se les negaba el tratamiento psicoanalítico por
prescripción de su propio fundador.
No seremos los primeros en encontrar similitudes
entre la cerrazón del patriarca Sigmund Freud y los profetas del Antiguo
Testamento.
Cabe aclarar que para entonces muy pocos se atrevían
siquiera a cuestionar un poco los juicios, las teorías y la figura de Freud.
Sigmund comenzaba, con justicia y tras una larga
lucha de años, a ganar la batalla contra el mundo de la medicina tradicionalista,
demostrando el papel innegable de la vida anímica en las enfermedades. Aún así,
el psicoanálisis no estaba exento de prejuicios sexuales y prescripciones
morales. Por desgracia, muchos de los psicoanalistas comenzaban a volverse los
censores y represores morales contra los que el propio psicoanálisis había
luchado desde dos décadas atrás. El psicoanálisis se volvía en contra de la
propia libertad sexual en pro de la cual había nacido.
2 La Rebelión contra el Patriarca
Fue
un joven egresado de medicina quien le proporcionó una perspectiva diferente.
Wilhelm Reich era un hijo de militar
de origen humilde. Él mismo había estado en el ejército casi cinco años, a
donde había ingresado con la inquietud de aprender medicina e ingeniería. Su
búsqueda era intelectual, del mismo modo que emocional y sexual. Quería
aprender de la vida, de los libros y liberarse de sus propias represiones e
inhibiciones. Sus inmensas lecturas y viajes intelectuales lo alejaron de la
milicia y lo sumergieron en la ciencia y la investigación independiente.
Reich organizó un seminario sobre
sexología en el sótano de un laboratorio químico. Al inicio estudiaron el sexo
desde una perspectiva meramente anatómica y médica, luego coquetearon con el
psicoanálisis.
Freud les sugirió y obsequió
lecturas para reorientar sus estudios. Fue un paso casi natural que el joven
médico y ex militar se volviera también discípulo y aprendiz del patriarca del
psicoanálisis.
Al inicio su veneración hacia la
figura de Freud fue casi total: Reich lo describe como un hombre
inteligentísimo, implacable con sus detractores y críticos, así como agudo
investigador y atento a los detalles.
En un momento dado, fue el propio
Sigmund Freud quien derivó a Raquel para que Reich la tratara en su consulta
privada. Fue el inicio de la ruptura.
A partir del trabajo clínico y las
observaciones no sólo hacia el caso de la ninfómana, sino hacia muchos otros
pacientes quienes sufrían de impotencia sexual, disfunción eréctil, frigidez,
vaginismo, etc., Reich comenzaría la redacción de una de sus obras maestras: La Función del Orgasmo.
Sabía
las reacciones que su trabajo ocasionaría y la propia acogida que se le daría: bastante
negativa, no sólo por parte de la comunidad médica y psicológica, conocidamente
conservadora y mojigata, sino de los propios psicoanalistas. Las conclusiones y
observaciones de Reich hacían fuerte mella en el papel de la sociedad como
represora y deformadora de la sexualidad
humana, así como lanzaban duras críticas al mismo psicoanálisis por obviar e
ignorar el papel del orgasmo y de la gratificación sexual en la salud de los
hombres.
La hipótesis fundamental del Reich
consistía en brindar a la falta de satisfacción sexual, específicamente
orgásmica, un papel primordial en las neurosis y en una basta gama de
enfermedades mentales y físicas: el
asma, la depresión, el cáncer, la
esquizofrenia, etc. Se hablaba de una cultura asexuada, reprimida, insatisfecha
y enferma por la carencia de orgasmos.
Al aparecer su libro, las reacciones
no se hicieron esperar, la oposición con el padre del psicoanálisis surgió
inmediatamente. Freud soltó furibundas críticas, acompañado por las voces del
resto de sus alumnos, en aquel momento casi nadie, más que sus pacientes
comprendían la propuesta de Wilhelm Reich. Los psicoanalistas ortodoxos
hablaban ciertamente del papel de la represión sexual, pero desde un punto de
vista del inconsciente. Meramente teórico. De ningún modo se involucraban con
el papel concreto y directo de la genitalidad y propiamente del orgasmo, que
incluso les escandalizaba y producía escozor con el simple hecho de hablar de
él.
Reich fue echado de la Sociedad
Psicoanalítica, pero sus pacientes no lo abandonaron, su consulta creció,
también el número de sus lectores y de sus libros, que se multiplicaron con el
paso de los años.
En el caso de Raquel, Reich fue el primero en notar
el papel de la angustia enorme que le produciría la falta de un orgasmo a la
chica. El cual la impelería a acostarse con uno y otro hombre, sin encontrar
una satisfacción plena, biológica y emocional. La ninfómana se acostaba
innumerables ocasiones en la búsqueda de un orgasmo que nunca había llegado.
Reich creo a partir de entonces una
terapia psico-corporal que iba directamente encaminada a que los pacientes
lograran una descarga orgiástica biológica, afectiva y mental absoluta,
aliviando todas las tensiones, culpas, y liberándose de sus corazas y armaduras
mortales. Según Reich, al obtener un orgasmo pleno y absoluto, el tiempo
psicológico del paciente se actualizaba, superando de golpe su complejo de
Edipo y todas sus inhibiciones.
3. Los hombres que se vuelven
inmortales
Freud
se volvió una figura innegable, y uno de los padres para la psicología y la
psicoterapia. Empero, muchos de los seguidores que lo corearan y siguieran
fielmente hasta la muerte, caerían en el olvido irremediable.
Con la Segunda Guerra, Reich también
emigró, abandonando Europa y refugiándose
en California, en los Estados Unidos, junto con toda una serie de
personalidades quienes conformarían en panorama de la denominada Contracultura
en los cincuenta y sesenta.
Prosiguió dando conferencias,
escribiendo libros fundamentales, como La
Revolución Sexual, e inventando aparatos y técnicas para la terapia sexual.
En un momento dado, llegó a postular la hipótesis del Orgón, la cual habla de un tipo particular de energía sexual que
anima y fluye no sólo en la vida de los hombres, sino mueve y potencia la vida
misma del universo. El secreto de la vida, era para él la sexualidad que estaba
en todas partes.
En los sesentas fue acusado de
prácticas indecentes y de corromper a la juventud, tras declarársele culpable
de subversión y faltas a la moral, lo encerraron en prisión, donde murió de un
infarto al miocardio. Por su parte, tras encontrar el buscado orgasmo, Raquel logró
terminar sus estudios y establecerse como esposa y madre de familia.
El psicólogo Piotr Ouspensky señala que
los hombres verdaderamente grandes, son reconocidos hasta mucho tiempo después de
su muerte.