Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

jueves, 14 de junio de 2012

LOS CUATRO CENTROS ESPIRITUALES DEL TAROT

                                                                EL LOCO DEL DESMITIFICADOR


LOS CUATRO CENTROS ESPIRITUALES DEL TAROT



Un trabajo iniciático con el Tarot

es el de cambiar nuestro punto de vista,

hacerlo emerger de la cárcel de la edad

para comenzar a observarnos con una mirada cósmica, eterna e infinita.

Según los golpes de la vida, en nuestros cuatro centros tenemos edades diferentes:

una persona puede mentalmente ser un adulto de cuarenta años,

emocionalmente tener ocho años, sexualmente quince y corporalmente sesenta.

Sin embargo, el Ser Esencial, tiene la edad del Universo.



(ALEJANDRO JODOROWSKY –La Vía del Tarot)



0.    EL TAROT COMO UN LENGUAJE ANALÓGICO



Pese a los intentos, a veces bien intencionados, en otras ocasiones no tanto, de la psicología y las ciencias sociales de Occidente, el Plano Espiritual ha logrado escabullirse y burlarse hasta el cansancio de los ingenuos cuadriculadores de la vida, con sus conceptos y teorías para definir y explicarlo todo. Evitando ser aprehendido y encerrado en los marcos establecidos por instituciones y sabios miopes, obesos de tanto ego.

Un mandala es un núcleo simbólico de difícil acceso, una imagen compleja que transmite como una gota, la totalidad del lago o del océano que es el Alma Universal. Variadas tradiciones ancestrales han hecho esfuerzos por conectarse con este lago y mar que es el Espíritu, creando lenguajes simbólicos y herméticos para comunicar y comprender el código genético del Misterio: los Evangelios, la Cábala, la Alquimia, Runas, I Ching, etc.

Y el Tarot puede ser uno de los más importantes y antiguos instrumentos psicológicos para crear mandalas.

Para algunos, temerosos e ignorantes, los códigos como el Tarot, las Runas, el I Ching, etc., consisten en juegos de azar o artilugios para conocer la suerte y el destino.

Algunas iglesias, en su necedad y estrabismo, los han satanizado y proscrito para sus feligreses, calificándolos de instrumentos diabólicos. Con tal de controlar mediante el miedo y la ignorancia, a su apacible rebaño.

Pero desde nuestro punto de vista y experiencia como psicólogos, estos lenguajes ancestrales, no son ni una cosa ni la otra. Poco tienen que ver con el Diablo, menos con el azar, si es que existe. Es posible que el propio Belcebú viva muy cómodo, camuflado y escondido, burlón, más bien en las auto nombradas casas de Dios y en cualesquiera instituciones que se presentan como dueñas de la verdad, inquisitoriales para con quienes se atreven a pensar y sentir distinto. De ningún modo consideramos que las cartas, ni las Runas, ni cualquier otro lenguaje simbólico, sean lugar para el afamado Baal. Menos aún el Tarot.

Se conoce como lenguaje analógico a aquel que no utiliza palabras, o si las utiliza, éstas ocupan un papel marginal dentro del sistema y la estructura del mismo. Es decir, que los conceptos y las definiciones verbales resultan los menos importantes al interior de estos sistemas. Un lenguaje analógico se sirve de símbolos de denso contenido y basta riqueza emocional, condensada dentro de sí mismos. Resultando enigmáticos e indescifrables para aquellos que no han sido iniciados en sus misterios. Por ello, cuando no se les conoce, son catalogados como diabólicos y malignos. Infunden miedo y rechazo en quienes no han sido capaces de penetrar en ellos. Sin darse cuenta, el ser humano vive inmerso en un cosmos analógico y simbólico mucho más amplio, influyente y abrazador: la naturaleza, que los códigos racionales, verbales y digitales como la ciencia y sus explicaciones, a los que tanto parece tenerles fe.

Es un tipo de lenguaje que habla y se dirige directamente a las emociones y al Inconsciente, saltándose de un golpe la barrera protectora del ego y la razón.

Un lenguaje hermético y simbólico como el Tarot, fue construido por una tradición o escuela ancestral. Algunos tarotistas como Jodorowsky, dicen que fue creado durante el Medievo por sabios de las religiones más importantes: Islam, Hinduismo, Cristianismo, Jainismo. Reunidos para rescatar una sabiduría común a todos. Otros, como Grudjieff y Carl Jung, consideran que sus orígenes se remontan mucho más allá: al más antiguo Egipto, anterior a las arenas, relativo a las civilizaciones pre diluvianas. Que pasó de mano en mano, al principio como un simple juego, a lo largo de generaciones, quienes le fueron aportando cada vez nuevos rasgos y elementos, enriqueciéndolo. Se le utilizaba, no sólo para comunicarse entre los adeptos de ciertos grupos herméticos, sino para describir un proceso interior muy difícil de traducir y expresar en palabras.

 Del mismo modo que la Alquimia, el Tarot va describiendo poco a poco, mediante grados y un tipo especial de numerología contenida en sus cartas, los niveles de desarrollo del espíritu, y sus ciclos de evolución, transformación y muerte, antes de alcanzar una meta específica, deseada por todo iniciado o buscador: el despertar.

La simbología del Tarot encaja bien en los conceptos utilizados por Sigmund Freud para describir el funcionamiento de los sueños:

1. Desplazamiento: porque en realidad, las imágenes y arcanos del Tarot, no quieren decir lo que manifiestan directamente las apariencias del símbolo, sino otra cosa muy distinta. Y debe entendérsela y percibirla, cuando se aprende a leerlo. A no dejarse llevar por el disfraz exterior del arcano.

2. Condensación: porque cada arcano de cada carta del Tarot, tiene a la vez no sólo uno, sino múltiples significados. Tantos como el alcance de la subjetividad, el desarrollo emocional y cultural del tarotista, quien realiza una lectura ante un consultante.

Para leerlo no sólo es menester memorizar los significados de sus arcanos, sino ingresar en un proceso de purificación interior. Aprender a reconocer las propias proyecciones sobre los otros, porque el Tarot posee un importante carácter proyectivo, tanto en el lector como en el paciente o consultante. Esto quiere decir que los seres humanos colocamos sobre los arcanos, fragmentos de nuestros propios procesos interiores, avatares, esperanzas, miedos y vilezas. Y hay que aprender a identificarlos. Existe mucho de psicoanálisis en ello, de hecho. Porque depende de las facultades emocionales y de la riqueza espiritual, tanto del tarotista como del psicoanalista, dependiendo, el conseguir una buena lectura que incluso sea terapéutica para quien pide la consulta. Del mismo modo que en cualquier  proceso psicoanalítico.

1.    LA NUMEROLOGÍA PSICOLÓGICA DEL TAROT

Una de las primeras cosas que recomendamos para aprender a leer el Tarot, es la profundización y el dominio de la numerología contenida en sus cartas. Los números evolucionan del 1 al 10 y luego recomienzan su ciclo, conforme se dirigen de un tipo de arcanos hacia otros. La vida misma es un proceso de comenzar y recomenzar de nueva cuenta en cada estadio o nivel de ella. De modo que conforme se ha ascendido, aunque sea un poco en la escalera del espíritu, nunca se está como al inicio. Aunque aparentemente surjan nuevas crisis.

            El Número 1: contenido en los ases y en diferentes cartas, desde los oros, bastos, pasando por las espadas y copas, es la primera parte de cualquier proceso evolutivo. Se habla en él de un tremendo potencial, pero en estado latente, es decir, la evolución no ha comenzado si quiera y es posible que tarde en arrancar. Si apareciera en una lectura, el número 1 puede indicar juventud con mucho talento, pero que no ha iniciado su trabajo interior, ni el recorrido de su propio camino. La evolución no se produce por sí misma sin un esfuerzo consciente, eso está claro en muchas tradiciones antiguas, como el Tarot y en la psicología del Cuarto Camino de Gurdjieff. En este caso, el propio camino a lo mejor ni se vislumbra aún. Se tiene talento, pero no se ha puesto nada en práctica. Cayendo en la inmadurez e inexperiencia de quien poco sabe en realidad, menos ha vivido en verdad, pero cree conocer todos los misterios del universo. Ingenuidad, hasta presunción sin fundamentos. Alguien es muy joven y tiene todo el potencial  para echarse a andar y dar inicio a su obra, con amplias posibilidades de encontrar grandes cosas, pero aún permanece, quizá sin saberlo, en estado de latencia, es decir, con todos los recursos dormidos todavía. Creyendo por otra parte, que lo sabe todo. Las posibilidades de comenzar a despertar o a vislumbrar lo nuevo pueden estar lejanas. Hace referencia a un adolescente muy ingenuo, a alguien quien por otro lado, posee algunas partes de su personalidad bastante subdesarrolladas, casi al nivel de un bebé. Como menciona Jodorowsky, se puede tener cuarenta años cronológicamente hablando, pero emocionalmente ser un niño de un año de edad.

            El número 2: Marca un avance evolutivo en comparación con el 1. Para comenzar un camino es necesaria la unión, es decir, la colaboración de un amigo, un maestro, un terapeuta quien inicia a asesorarnos, una pareja, el encuentro con un amor novedoso o un amante un poco más sabio que uno. En otras palabras, la complementación con otro, para conformar el dos, un par y ya de ningún modo el aislamiento del 1. Puede indicar el comienzo de una relación de pareja joven, que por otra parte, abrirá muchas puertas para el aprendizaje y el cambio que ni por accidente se vislumbraba cuando se permanecía en el número 1. Un hipotético amor que aunque novedoso, por las experiencias totalmente distintas y fascinantes, también corre el riesgo, inevitable de por sí, de desilusionar, lastimar o romper el corazón. Un amor muy intenso que quizá no sea demasiado duradero. Un amigo que nos inicia en nuevas experiencias y nos muestra un mundo nuevo. El número 2 también puede hablar del encuentro con el Yo interior, con uno mismo, el descubrimiento de las propias potencialidades. Es posible, si se permanecía en el número 1, que se poseyera cuantiosos talentos y riquezas interiores, pero no se era capaz de verlos en uno mismo. Al transitar hacia el número 2,  ya es posible ver lo que se tiene y verse a sí mismo. También apreciar, reconocer y admirar la riqueza y talentos de quienes nos rodean.

            El número 3: Marca una crisis, la ruptura con el número 2 anterior. Si se había logrado encontrar una pareja nueva con quien se vivían muchas cosas enriquecedoras y emocionantes, un amigo o hermano del alma quien nos acompañaba, o si se logró un cierto equilibrio relativo con uno mismo, a este nivel todo ello ha entrado en crisis y es posible que se pierda. Pero para bien. Es una de las primeras pequeñas muertes, necesarias para crecer. Morir en el Tarot, como se verá más adelante con el arcano mismo de la Muerte, no consiste en la muerte literal de alguien y su sepultura. Sino la muerte de ideas, creencias, ideales, formas de pensar caducas que requieren abandonarse si se desea madurar, lo cual implica la muerte de un Yo viejo y renuente a la evolución de la vida. El número 3 puede provenir de la desilusión del amor encontrado con trabajos en el número 2, en la muerte de ideales conseguidos dificultosamente cuando se animó a salirse del cascarón del 1. La desilusión de un maestro o terapeuta en quien se creía fehacientemente con anterioridad. Puede tratarse también de conflictos ineludibles con las amistades que nos acompañaron durante el 2 y nos ayudaron durante alguna época. Pero que es necesario y obligado dejarlas atrás para ascender hacia un nuevo nivel. Con la consiguiente buena dosis de angustia, miedo y confusión. Un dolor por un amor que no tiene futuro, o por amigos y parientes con quienes ya no se puede convivir como antes, pues del mismo modo, ellos tampoco nos reconocen debido al cambio interno que hemos dado. Hasta nos obstaculizarían.

            El número 4. Tras un periodo atascado o detenido en el número 3 que pudiera llegar a ser prolongado o aparentar eterno, se consigue por fin una estabilidad. Pero no es una estabilidad ni una calma relativa, ni tan efímera como la del número 2, que depende de un terapeuta, un amigo, un maestro iniciador o un amor quien nos consuela y apoya. Sino que se trata por fin de una calma y estabilidad lograda por uno mismo. Son los inicios del amor a sí mismo. Ya se ha logrado apreciar los propios talentos y riquezas internas, se ha probado de un amor apasionado pero quizá no del todo correspondido por el amante, y si fuese recíproco, quizá bastante inmaduro, pero al fin amor. Ahora el espíritu logra, con trabajos, ponerse en pié por sí mismo. Sin la ayuda necesaria de otras personas, terapeutas, familiares o maestros. Es un periodo de equilibrio conseguido por uno mismo, si hay amor de pareja, indica estabilidad, si se está solo, también se está bien, aunque no haya nadie cerca. Por primera vez en la vida no se es ya una media naranja ni se busca la consiguiente contraparte en nadie, sino que se ha conseguido volverse una naranja completa por uno mismo.

            El número 5. Puede correrse el peligro de estancarse en el equilibrio del 4. Mucha gente llega de veras con muchos trabajos al nivel 4, y posteriormente concluye que ya no tienen nada que aprender. O cree que no existe nadie capaz de enseñarle nada. Los peligros del cuatro son siempre los de caer en un narcisismo que a la larga enferme y aísle a la personalidad en la vanidad y en la falsa creencia de saberlo todo. El cuatro precisamente puede hablar tanto de una visión del mundo algo madura y completa, pero también cuadrada y dictatorial. Por ello, para ascender en la escalera del espíritu, es necesario tomar nuevos riesgos. Si se tiene una pareja consolidada desde el 4, es necesario un camino de renovación para limpiar y actualizar el matrimonio, el noviazgo o el amasiato. Alguien por ejemplo, había encontrado un trabajo reconocido socialmente y remunerado económicamente, quizá una plaza bien pagada, prestigio como artista, clientela como terapeuta. Pero tal vez tenga que quemar literalmente sus naves, otra vez, si ya lo había hecho en niveles y etapas anteriores, partir y comenzar en otra parte, con todos sus riesgos, si es que desea seguir creciendo. Con la finalidad de enriquecer con nuevas vivencias, aún más el arte que se desarrolla, el oficio o la terapia. Si alguien quien se encuentra en este nivel comienza un nuevo cambio, incluso una crisis aparente, ya no la vivirá con la misma intensidad que cuando era un 3 o se encontraba en él. Es alguien con la suficiente entereza como para salir adelante. Aquí se posee una meta espiritual clara, se sabe que se ha tomado una decisión fuerte y altamente riesgosa, como reestructurar un matrimonio, dejar un trabajo seguro en apariencia, alejarse de círculos de amistad de muchos años que ya no aportan nada, iniciar un negocio propio, trabajar por su cuenta, etc. Pero se posee una certeza interior, a veces difícil de apreciar por los demás, de que todo ello, aunque difícil, servirá para crecer y para generar en la propia personalidad mayor fortaleza interior y una visión trascendental que no se conseguiría sin el esfuerzo exigido actualmente. Todo ello no se lograría de ningún modo, si por miedo, se decide quedarse y estancarse en la estabilidad del 4. Es decir, puede haber crisis, pero se es muy consciente de su significado, y se sabe de ante mano que es inevitable si se quiere crecer aún más. Aquí, se sabe por fin a dónde se va. Se posee una visión trascendental del camino.

            El número 6. Es un número que indica una enorme autosuficiencia, iniciada desde números anteriores como el 4 y 5, pero consolidada hasta ahora en un alto grado. Es un número que indica que se posee cabal conciencia de lo verdadero y la verdad en cualesquiera situaciones. A pesar de las confusiones y extravíos, nada puede hacer perder al individuo de su camino. La congruencia comienza, si se está presente este número, una persona consigue ser ella misma en las más diversas circunstancias sin que nada le haga capitular o rendirse. Esto es notorio, pues la mayoría de la gente se comporta distinto y modifica su comportamiento dependiendo de las situaciones o de las diversas personas con las que se relacional. Esto no sucederá más en este nivel, pues por fin se ha logrado la total congruencia. Si hay una relación de pareja, puede hablar de una gran solidez, lograda en ocasiones con mucho trabajo. Es una carta que habla de gran congruencia y estabilidad.

            El número 7: Habla de la capacidad de poner en práctica todas las ideas, planes y objetivos. En los números anteriores tal capacidad no estaba aún en pleno desarrollo. En este nivel, la persona puede por fin llevar a cabo todo lo que se propone. La congruencia lograda en el número anterior, sirve de base para que en este nivel, se sea capaz de llevar a cabo y conseguir prácticamente todo lo que se propone. La unión entre teoría y práctica y la consecución de objetivos es la marca de este número.

            El número 8: Es el número más equilibrado de todos, después de haber probado mil cosas y lograr todo lo que se ha propuesto, nos habla de una armonía absoluta y total en todos los aspectos: material, económica, emocional, afectiva, amorosa, erótica, intelectual. Se ha logrado dominar la razón, conocer las emociones y contenerlas, se conoce y sabe escuchar el propio cuerpo. Puede estar hablando en una carta con esta numerología, de que la vida por fin proveerá o recompensará todos los esfuerzos anteriores o previos. Fruto del trabajo de los números anteriores: 5, 6 y 7. Es un periodo de enorme tranquilidad en todos los aspectos, producto de mucho esfuerzo del pasado. En este nivel la persona puede vivir sobre la base de sus propios valores, armonizada consigo mismo y con su entorno, sustentado en una ética propia descubierta por uno mismo. Algunas de estas personas pueden experimentar inicios de verdadera y modesta iluminación, pues se han desprendido de muchas ideas previas, han comprendido a los demás y entendido variados cuestionamientos de la vida, a los que han sabido dar respuesta.

            El número 9: Se trata de un nuevo desequilibrio. Pensamos por ejemplo en un brujo, un sabio anciano, alguien con gran experiencia y conocimiento de la vida o de cualquier área. Pero que en este nivel, por ningún motivo debe tampoco conformarse ni rendirse, sentado en sus laureles, cayendo en la mediocridad. Don Juan Matus, el maestro de Carlos Castaneda, indirectamente se refería a este nivel numerológico, cuando hablaba de que un brujo u hombre de conocimiento, por ningún motivo debía sentarse simplemente a esperar la muerte y darse por vencido, después de una vida de logros, triunfos, sufrimientos superados, etc. Debía lucharse hasta el último momento antes que la muerte lo alcanzara. La crisis que se viene con este número, o el desequilibrio por llegar, hablan de que aquí se debe demostrar qué tanto se ha aprendido y adquirido durante los niveles previos o anteriores. Es una prueba que se le presenta a alguien con alto nivel de madurez y experiencia, pero que puede prepararle para renovarse en el siguiente número.

            El número 10. Es el anuncio del fin de un ciclo y el comienzo de otro. El presagio de una muerte simbólica o espiritual. Cuando éste número aparece, precisamente es la carta de la Rueda de la Fortuna del Tarot, el ciclo de números anteriores llega a su término y se prepara para iniciar uno nuevo. Reaparece la idea de la muerte del Tarot, mencionada previamente. Es menester dejar morir viejos ideales, antiguas creencias y formas de pensar para entrar un nuevo ciclo. Cuando se refería a esto, Gurdjieff hablaba de la capacidad de dar un salto desde la escala antigua donde se vivía o permanecía, hacia una escala nueva. Como si la evolución se desplazara a través de notas musicales. Sin una muerte emocional y espiritual imprescindible, no se puede comenzar un nuevo ciclo, y sobreviene el estancamiento.

2.    CUATRO CENTROS ESPIRITUALES DEL TAROT

Quien quiera que estuviese interesado en el dominio de la lectura del Tarot, después de asimilar la numerología anteriormente descrita, tendría que pasar a continuación, al contacto con los denominados Arcanos Menores.

            En el caso del Tarot y de otras tradiciones psicológicas y espirituales milenarias, no recomendamos la memorización mecánica de sus elementos, producto de la educación tradicionalista a la que se nos ha sometido a la mayoría de nosotros. Misma que nos impele a recitar como loros cualquier cosa, y luego a sentirnos sabios con tanta repetición.

            En el caso del Tarot, el estudio de sus arcanos debe ser emocional. Sí es recomendable leer textos sobre el mismo, comprender ciertos conceptos, pero más bien se debe interactuar con sus cartas, entrar en contacto con ellas, tocarlas, visualizarlas durante periodos largos de tiempo. Hasta familiarizarse con ellas. Realizar ejercicios, inventar historias con sus imágenes. Hacer hablar a sus personajes y entender la psicología de cada uno de ellos. Jodorowsky recomienda dormir arriba de una carta cada noche, hasta completar todo el Tarot, para que lo asimile el inconsciente.

            En diversas tradiciones psicológicas muy ancestrales se habla de cuatro centros en el ser humano. George Gurdjieff describe cuatro núcleos del ser humano: el cuerpo físico, el cuerpo emocional, el centro intelectual y el centro espiritual, energético o la esencia.

            En el Tarot se presentan precisamente esos cuatro centros presentes en sus cartas:

1.      Los Oros: representan la parte física del ser humano, su cuerpo, sus órganos, sus extremidades, también su salud física, también hacen referencia a lo material monetario: el dinero.

2.      Las Copas: hacen referencia a la parte receptiva del ser humano: son sus emociones.

3.      Los bastos: normalmente en distintos tipos de Tarots aparecen como garrotes, palos, bastones, en ocasiones con espinas, hierba, plantas, etc., otras veces no. Se refieren a la voluntad del ser humano, a su fuerza vital para conseguir logros.

4.      Las espadas: simbolizan el intelecto del ser humano, sus pensamientos, su razón, su capacidad conceptual, sus creencias y teorías sobre el mundo.

La combinación de cada uno de estos arcanos con la numerología previamente citada, brindará posibilidades interpretativas sin límites. Imaginen por ejemplo, un 8 de copas en una lectura: nos encontraríamos ante un pleno desarrollo y madurez emocional, alguien capaz de darse amor a sí mismo y a cualquiera sin límites.

Si nos apoyamos tanto en la numerología como en los cuatro centros espirituales del Tarot, nos encontramos ante un instrumento milenario para conocer y diagnosticar la personalidad humano, que incluso puede generar estrategias psicoterapéuticas inimaginables.

            El paso siguiente para el dominio del Tarot, sería el conocimiento y contacto con los denominados Arcanos Mayores, empero, su descripción psicológica, dada la complejidad, es tarea para un escrito ulterior.