Adan de Abajo

Desde la antiguedad los alquimistas intuían la presencia del OTRO YO, nombrándolo Adán de Abajo. El psicoanálisis más tarde lo bautizaría como Inconsciente.

martes, 8 de mayo de 2012

ALEJANDRO JODOROWSKY: arte que despierta al Dios Interior

ALEJANDRO JODOROWSKY EN SU PELÍCULA: EL TOPO



Sólo un hombre puede decir “mujer” a una mujer.

Un niño diría “mamá”, un anciano “mi pequeña”.

Pero un hombre vería a una mujer ahí donde hay una.

Y para que un hombre vea a una mujer, es necesario

que él sea por completo hombre, o si no, no la vería.

Para un hombre, la única manera de ver a una mujer

es volverse hombre por entero. Y para una mujer,

el único modo de ver por completo a un hombre

es volverse totalmente mujer. De lo contrario

no lo vería jamás.



(ALEJANDRO JODOROWSKY –Los Evangelios para Sanar.



1.

La imagen del póster resultaba perturbadora e inevitable no sólo a primera vista. No podía dejársele de mirar una vez descubierta: la Mujer Tatuada, exuberante y semidesnuda, encadenada a un potro para tiro al blanco, a punto de ser sodomizada. Por su parte,  el obeso cirquero lanzador de cuchillos, portador de una daga cercana a su sexo, simulando clavársela en la vagina. La mujer, de curvas exageradas pero no menos tentadoras: gordibuena, presa de un éxtasis sadomasoquista, el cuerpo por completo cubierto de tatuajes. Era la publicidad de la película surrealista Santa Sangre, de Jodorowsky.

            Yo creí encontrarme frente a un video pornográfico, de los que me encantaban. En aquel videoclub de los años ochenta, la reina era la película en formato Beta y VHS; el DVD y la Internet aún eran un sueño lejano para los niños y adolescentes de finales de la década. Lo mismo era factible encontrar lo mejor del cine italiano clásico, que las obras de Tarkovsky y Eisentstein, la serie erótica completa de Emanuelle, Rambo I II y II, Los Gremlins, Los Goonies, Mad Max, Tron, Chuck Norris, La Escalera de Jacob, La Serpiente y el Arcoíris, Pesadilla en la Calle del Infierno, Viernes 13, Lola la Trailera, etc. Además de un nutrido catálogo secreto, exclusivo de los iniciados y amigos del propietario del club, de pornografía que si se deseaba, podía superar las XXX, en aquel paraíso ochentero.

Solíamos rentar con mis amigos de la infancia, no sólo los estrenos de acción y aventuras, sino las más exquisitas historias eróticas y pornográficas. Acabamos de hecho con el catálogo completo y nuestros ahorros para rentarlas. Por aquel entonces no todos tenían una videocasetera en su casa, y el que la poseía, debía sufrir las acuciantes visitas de los desesperados jóvenes e invitados extras, cuando no se encontraban los padres de familia, para mirar la última adquisición XXX y luego visitar el baño y hacer buen uso de él. Más de una vez tuve que hacer caso omiso de los golpes histéricos en la puerta de mi casa, ignorando a algún compañero o amigo, quien quería que lo dejásemos  entrar a toda costa, cuando ya nos encontrábamos varios de nosotros bastante metidos en la ridícula historia que terminaría, como bien decía el buen Alex, de La Naranja Mecánica, en el ineludible “mete-saca”.

Mirando y leyendo pornografía, videos ochenteros y leyendo cómics, descubrí muchas cosas buenas, casi por accidente: lo mejor de West Craven y la más interesante obra sobre zombis de George A. Romero: La Noche de los Muertos Vivientes. Junto a las lecturas de José Agustín, Sartre, Camus. Erich Fromm, Carl Jung, Kundera y José Revueltas. Del mismo modo circunstancial, llegó a mí la obra fílmica, terapéutica y literaria de Alejandro Jodorowsky.

De manera que por mi propia mano alquilé Santa Sangre, aquella noche en que mis padres se habían ido a la playa, dejándome solo. Creyendo que se trataría de algún filme erótico underground. Imaginándome que antes de que se acabase la historia, estaría entrampado, como siempre, en una importante sesión de onanismo, olvidando el desenlace del filme.

La película tenía su dosis de erotismo, no podría negarlo, sobre todo al aparecer la tentadura y exagerada Mujer Tatuada, o con la presencia sublime de Blanca Guerra, bastante joven y hermosa, tocando el piano, muy pegadita al cuerpo de un Cristóbal Jodorowsky, hijo del director y protagonista, casi virginal y neófito en aquel entonces de la psicoterapia, el psicoanálisis, el surrealismo y el cine. Quien le prestaría sus inexpertos brazos, edípicos, para interpretar a dos voces con ella el bolero: Déjame llorar. Una de las imágenes más entrañables en mi memoria delirante, fanática desde entonces del cine y de la obra jodorowskyana.

Aquella noche no hubo sesión onanista. Me quedé mirando toda la trama, identificado con la lucha sin fin de Fénix, excelentemente bien encarnado por Cristóbal. La batalla incesante e inacabable contra sí mismo por liberarse del yugo edípico de su madre, tratando de matar los fantasmas en su cabeza, que le impelían a terminar asesinando a toda mujer quien osara acercársele, por órdenes expresas de su progenitora, desde el más allá.

La he visto varias veces desde entonces, durante mis estudios en psicología y psicoanálisis, y aún hoy es un filme de los que no puedo dejar de mirar una y otra vez. No he podido encontrar otra película, junto con Psicosis de Hitchcot, con una caracterización mejor de la enfermedad mental más grave conocida: precisamente la psicosis. Tampoco es posible hasta ahora, según yo, una caracterización gráfica mejor del Complejo Edípico y sus consecuencias catastróficas y nefastas en los seres humanos: la castración psicológica.

2.

El antropólogo de origen franco-judío, Edgar Morin,  descubrió que el Complejo de Edipo es inevitable para las personas nacidas en la Cultura Occidental. Señala él, que en las culturas ancestrales, existían diversos ritos de paso normalizados por las sociedades y los grupos más antiguos desde la Edad de Piedra, los cuales debían enfrentar los jóvenes miembros de las sociedades arcaicas para convertirse en adultos. Ya fuera ingresar en una cueva y permanecer en el aislamiento durante meses, realizar un viaje iniciático en soledad, buscar fuego, matar a alguna bestia totémica como un oso o un león, ingerir sustancias psicoactivas y sobrevivir a ellas, etc. La comunidad les obligaba a afrontar las pruebas, y debían salir victoriosos por sobre todas las cosas. Pero el que fracasaba o se evadía, no lograba convertirse en hombre, era proscrito, burlado, rechazado y vilipendiado por su gente. No tenía derecho a gozar de los privilegios del adulto, acababa siendo violado, asesinado o expulsado de su tribu. En los tiempos actuales, según Morin, tales ritos de paso y pruebas de iniciación se han perdido con la vida moderna y la ruptura con las tradiciones. De modo que la única prueba emocional verdadera con la que contamos en Occidente y a la que debemos asumir, es la superación del Complejo de Edipo. Es imposible el superarlo del todo, es a lo mucho asumible, concientizable, aceptable. Pero aquel quien es incapaz de elaborarlo, o que ni siquiera lo ha vislumbrado como necesidad de superación en su existencia, está condenado a vivir en una castración emocional sin remedio, eterna víctima pasiva de la vida, como hoja al viento arrastrada sin ningún poder de decisión ni voluntad. Dominado por los demás, juguete de las circunstancias, alfil del la vida. Aunque se sueñe a sí mismo, ingenuo, dueño de sí y de su vida.

El arte siempre fue el medio más antiguo y tradicional de psicoterapia. El verdadero artista no sólo era capaz de curarse a sí mismo, sino que incluso podía llegar a curar a los otros. Si no directamente, cuando menos conseguía sacar temporal e incluso definitivamente de sus sufrimientos a quienes gozaban de su obra. Muchos grandes terapeutas como Freud y Lacan, fueron mitad artistas y escritores, y mitad médicos del alma. Amantes de la literatura, la plástica y la poesía, al mismo tiempo que conocedores del psiquismo humano.

Si el Complejo de Edipo no es superable del todo, cuando menos puede ser asimilado emocionalmente. Y Jodoroswky descubrió que el arte es uno de los mayores medios para asumir al Edipo. En Santa Sangre, Fénix se enfrenta con su propia madre, ayudado por su hermosa  amiga y amante: La Muda, a quien desde niño adoró. Acaba matando simbólicamente a su progenitora, por fin, descubriendo la raíz de sus fantasmas: un maniquí inerte y sin sentido. Fénix consigue curarse y liberarse de su madre, aunque terminará en prisión, pagando por todos los crímenes cometidos durante sus delirios. Probablemente esta escena final de Santa Sangre, sea uno de los gérmenes de los futuros actos psicomágicos de Jodorowsky.

El mismo Jodorowsky insistirá décadas después en su texto: Los Evangelios para Sanar, que el hombre y la mujer deben separarse y distanciarse sanamente de sus padres, desarraigarse de ellos, abandonarlos, matarlos simbólicamente, para  no acabar muertos en vida, producto de la castración emocional, la codependencia y el subdesarrollo sexual. El individuo quien es incapaz de distanciarse verdaderamente de sus padres, jamás podrá evolucionar mental, espiritual, sexual y emocionalmente. La mayor parte de los crímenes, neurosis, depresiones, esquizofrenias, asesinatos, adicciones, envidias, resentimientos y odios, tienen su origen en el árbol genealógico y la propia familia; en la incapacidad de romper sanamente con ellos:

¿Por qué no vas por ti mismo?

¿Hasta cuándo vas a pedir que papá y mamá te alimenten?

¡Sepárate de tu padre! ¡Distánciate de tu madre!

¡Córtate de tus abuelos, de tus amigos, de la sociedad!

¡Desidentifícate de tu nombre, de tu cara, de tu sexo, de tu edad!

! !No pidas que te ayuden! ¡Ve tú mismo al agua sin ninguna ayuda!

(Los Evangelios para Sanar. Mondadori. España. 2003. P. 313) 

3.

Alejandro Jodorowsky llega a la psicoterapia por un camino inverso al de la mayoría de los psicólogos y terapeutas. Partiendo desde el arte hacia la terapia y la psicología.

Comienza con la poesía, los títeres y el teatro. Más de cien obras en escena como autor, director y actor. También fue mimo y payaso de circo, teniendo como maestro al gran Marcel Marceau. Salta al cine acertadamente. No estoy seguro de qué tanto se planteaba ya con sus primeras obras, de manera consciente, la idea de que el cine y el teatro fuesen terapéuticos para el autor y para los espectadores. Pero Santa Sangre levanta ámpula, reabre viejas heridas espirituales en quien la contempla, las oprime con incisión y expulsa pus y sangre putrefactos, albergados por las emociones y los recuerdos malsanos, olvidados y reprimidos.

De joven, Jodorowsky descubre el Tarot, una anciana vidente le tira su primera lectura con un tarot hecho a mano. En un tiempo, Jodo se convertirá también en uno de los más grandes tarotistas de la historia. Dice que nunca cobra ni un peso por leérselo a alguien, que es un acto de ayuda desinteresada.

El tarot ineludiblemente abre las puertas del inconsciente y destraba la compuerta del alma apresada del consultante. De manera que una buena lectura, bien intencionada y sincera, puede resultar por una parte bastante rompedora de esquemas, pero por otra, si se la sabe llevar, bastante terapéutica también.

Aprende tarot de Leonora Carrington, la pintora. Se inicia en la magia y la brujería de la mano de Pachita, la bruja mexicana, a quien conoce muy de cerca. Jodorowsky dice que se moría de miedo la primera vez que fue a ver a la hechicera, pues había escuchado que era poderosísima. Por lo cual asistió disfrazado a su primera entrevista con ella, pero la anciana supo detectar su miedo y sus barreras protectoras: “¿Hijito mío, porqué me tienes miedo…?” Le cuestionó la bruja cariñosamente, desbaratando de un golpe amoroso sus máscaras, mecanismos de defensa psicológicos y murallas mentales.

A partir de entonces iniciará una de las búsquedas espirituales más fascinantes de la historia de la psicología y el arte. En ella irá a para en los brazos de Reyna de Asia, una de las hijas de Gurdjieff. Hará el amor toda una noche con ella y presumiblemente, engendrará una hermosa hija con la hija del gurú.

La influencia de Gurdjieff en la obra jodorowskyana es innegable. George Gurdjieff hablaba de que el ser humano evolucionado sería capaz de erigir a su Jesucristo y a su Virgen María interiores. En Jodorowsky esto llevará al surgimiento del Dios Interior, de la Divinidad Personal que todos llevamos dentro, pero casi nadie emprendemos el trabajo de llamar y despertar. El redescubrimiento del mito es sustancial para Alejandro Jodorowsky, aquel hombre que ha perdido su mito familiar y personal, puede llegar a morir espiritualmente, aunque en el plano físico siga cohabitando como un zombi.

El arte y el tarot poseen la facultad de golpear y hablar directamente al inconsciente de los espectadores, pacientes y consultantes. En este punto, la psicología y la psicoterapia intelectuales de Occidente se quedan varios pasos atrás, dejando a los artistas, chamanes, brujos y terapeutas autodidactas, mucho muy adelante.

4.

Es de manera errática, después de una prolongada lucha contra sí mismo, que Fénix descubre un antiguo desván donde se oculta desde mucho tiempo atrás el fantasma de su madre. En este tipo de sitios, donde las personas han colocado todo aquello que creían que ya no servía, o que se negaban a mirar por su carácter perturbador, es donde se ocultan los fantasmas y espectros psicológicos de todos nosotros. Fénix coge el maniquí inerte que representa a su progenitora y comienza a azotarlo. Con ayuda de la hermosa mudita le prenderán fuego, ya hecho girones de por sí.

En el momento que las llamas abracen y reduzcan aquellos despojos miserables  de lo que fue su figura materna, el protagonista estará listo, finalmente, para poder amar verdaderamente a su amiga, liberándose del yugo de la mujer que alguna vez le dio la vida.

lunes, 7 de mayo de 2012

REVISIÓN DE TUS RELACIONES DE PAREJA: Taller Vivencial



Caminamos por la vida siguiendo un sendero conformado por nuestros amores pasados, las personas con quienes compartimos , de quienes nos enganchamos u obsesionamos en algún momento. Hay quien le llama a este sendero, patrón. Sin darnos cuenta, parecemos perseguir a la misma persona, pero con diferentes rostros. O ella parece perseguirnos. Si por un instante nos detenemos y volteamos hacia atrás, armándonos de valor, podemos mirar con consciencia el trayecto que nosotros mismos hemos recorrido, con quienes nos hemos encontrado y a quienes nos han querido o lastimado. De manera que podamos transitar hacia nuevas etapas, comprender las decisiones que hemos tomado sin darnos cuenta, y elegir mejor a quienes encontraremos en el futuro.

Dirigido a cualquiera interesado en participar en un proceso de revisión de sus relaciones de pareja, perdidas, pasadas y presentes, con la finalidad de comprender y mejorar su manera de acercarse y vivir con los demás.

Impartido por Carlos Filiberto Cuéllar. Escritor, psicoterapeuta, quince años de experiencia clínica, cinco libros publicados y más de un centenar de artículos sobres la psicología, el desarrollo humano, el psicoanálisis y la cultura.

Sábado 12 de Mayo de 6 a 9 pm. Costo de recuperación: 250 pesos. Información: 044 331 327 19 55
Lugar: López Cotilla. No. 862. A un costado del Expiatorio. Guadalajara Jalisco. México.